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‘El Levante no hizo pequeño a Messi», Por Dani Hermosilla

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Once minutos le costó a Messi dejar de deambular por el césped, cazar una pelota, combinar (con Jordi Alba, su mejor socio), recoger el esférico dentro del área y batir a Oier, ayudado por la fortuna del poste. La velocidad de balón, una vez más, frontera entre un equipo lleno de estrella y otro como el Levante UD que trabajó el partido para llevarse… tres en la saca. Sigue sin puntuar en el Camp Nou el cuadro granota, pero como otras veces, se va con la sensación de haber obtenido la renta.

«Vamos a hacer pequeño a Messi«, lanzaba Juan Ramón López Muñiz en la previa. Una bravata poco habitual en el asturiano que llevaba como destinatario más a su grupo que al público en general. Aunque vaya andando por el campo, aunque la consigna del Levante UD fuera la de no dejar recibir de forma cómoda al de RosarioMessi marcó en el primer fogonazo de los locales. Antes, el Levante UD había firmado un digno inicio de partido con tres córners y buenas llegadas, liderados por el mejor Ivi de la temporada y por un Emmanuel Boateng que hizo lo más parecido que se recuerda al bueno de Roger Martí.

«Lo que ha salido mal del plan es que ellos no han estado mal», decía Muñiz tras el partido. No, el Barça sin Busquets fue más vulnerable por el centro. Rakitic lo intentaba, pero no se se aproximaba en nada a lo del internacional. El Levante UD estrenaba centro del campo, con Lerma, Lukic y Doukouré. Y, a mi, la verdad, me gustó. En momentos del partido, incluso se atrevió a tocar el balón, y ahí es donde el balcánico se hace más visible. Lo cierto es que las bajas de Bardhi Campaña han venido a demostrar que hay fondo de armario y, sobre todo, que hay jugadores para buscar variantes diferentes a las que se tenían. Todos suman

Lerma e Ivi… 

Son los que tuvieron el gol más cerca. Siempre digo que lo bueno del cafetero es que lo hace bien donde le pongan, incluso de lateral, como le puso el sele de Colombia, José Pekerman, en su debut como internacional absoluto a finales del pasado año. Por delante de la defensa, donde defiende su entorno que más rendimiento tiene, necesita buscar aliados para sacar el balón. Como interior, tiene una enorme llegada y, además, mucha capacidad defensiva en un equipo en el que los jugadores de banda son poco dados a esas  labores.

Ni la tarjeta que vio nada más empezar el partido por una entrada a Messi, le llevó a bajar su ritmo. Al contrario, se mostró igual de contundente que siempre. Lo que libera a Lerma atrás, le beneficia adelante donde, con su poderío físico, tiene una enorme llegada. Así, poco antes del 2-0, una acción de Emmanuel Boateng acababa con una asistencia a un Lerma que, sólo ante Ter Stegen, enviaba el balón fuera. Remate defectuoso con su pierna mala. A poco que el colombiano mejores sus prestaciones con balón, su caché se disparará. Su despliegue físico, impresionante. Pudo ser el empate…

El gol de Luis Suárez, que toca en Sergio Postigo para desviar la trayectoria del balón del uruguayo, cuenta con esa fortuna, como el gol de Messi había contado con la ayuda de un remate en semi-fallo. En fin, que el Camp Nou la suerte, además de merecerla, la has de tener, y el Levante UD, si la hubiera tenido, hubiera luchado por sumar algún punto. El partido no se dio y el resultado final, fue el que fue. Paulinho, en el añadido, convirtió en gol —sólo tuvo que poner el pie— un regalo de Messi que, contra el Levante UD, además de marcar casi siempre, puede decir que sumó el partido 300 en liga (temporada 2014-15 con Lucas Alcaraz en el banquillo) y el 400 (este domingo). Ahí es nada.

Boateng… 

Emmanuel es un delantero eléctrico, rápido, intuitivo, al que le falta el oficio de jugar en una liga como la española. Falló en Cornellà un gol fácil y lo han querido matar. Que si le falta calidad, que si es una broma, que si no tiene el nivel para jugar en el Levante UD, y demás cosas. En el Camp Nou muchos han descubierto que se trata de un jugador interesante, tal vez no para ser ahora mismo la referencia atacante del equipo, pero sí con las condiciones suficientes para creer en su fútbol. Por lo menos, a mí me lo parece. Dominó ampliamente los tres flancos de ataque del equipo —sobre todo el centro y la derecha—, asistió a Lerma en una de las mejores ocasiones de los blaugranas, incordió, se pegó con todos, mantuvo a ralla a los centrales del Barça. Le faltó su ocasión, pero se la brindó a Lerma. Con la entrada de Roger y la llegada de otro delantero, seguramente volverá a ser un jugador de segunda fila. Pero ojo, no infravaloremos sus cualidades. Hasta entonces, será titular. Y el domingo llega el Celta. Antes, en la Copa contra el Espanyol muy seguramente, turno para Nano Mesa. 

Un Ivi a gran nivel…

Qué calidad tiene. La dupla Jason-Morales le tapan en el once, pero se debería encontrar hueco entre tanta gente. Tiene gol, calidad. en Barcelona, como ya hiciera en Bernabéu, jugó uno de sus mejores partidos con el Levante. Tuvo la segunda gran ocasión granota pero se encontró con Ter Stegen. Tiene que mejorar en todos los aspectos y presentar su candidatura al once inicial. Se necesita su juego y sus goles. Recordemos que empezó la liga marcando, y se detuvo. Saq, también antes del 3-0, tuvo la suya. Pero no era la noche. Cuando no el punto de mira, aparecía el guardameta alemán para evitar que el Levante se metiera en el partido. Tras cada gol local, hubo una ocasión granota para poder marcar. Ellos lo aprovecharon, el Levante UD, no.

FC BARCELONA

Ter Stegen, Sergi Roberto (José Arnaiz, 85), Mascherano, Vermaelen, Jordi Alba; Rakitic, Paulinho, Iniesta (André Gomes, 75′); Messi, Suárez y Dembelé (Semedo, 66′)

LEVANTE UD

Oier; Saq, Cabaco, Sergio Postigo, Luna; Lukic, Lerma (Róber Pier, 61′), Doukouré; Jason (Samu, 82), Ivi y Boateng (Nano Mesa, 73′)

GOLES

1-0, Leo Messi, 11′

2-0, Luis Suárez, 38′

3-0, Paulinho, 93′

ARBITRO

Del Cerro Grande. Amonestó sólo a jugadores del Levante UD: Lerma, Postigo, Boateng y Rober Pier

Estadi del Camp Nou, con 56.000 espectadores en las gradas.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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