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Salud y Bienestar

¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?

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¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?
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El cuidado de la salud infantil es una prioridad para cualquier familia. Desde que un bebé llega al mundo, los padres comienzan a recibir visitas periódicas al pediatra, un médico especializado en la salud de los niños. Estas consultas son esenciales para el seguimiento del desarrollo físico y emocional, la vacunación, y la prevención de enfermedades. Sin embargo, con el paso de los años, surge la pregunta: ¿cuándo dejan los niños de ir al pediatra? A continuación, te ofrecemos una guía sobre este proceso y todo lo que debes saber acerca de la transición a la atención médica para adultos.

El papel del pediatra en la infancia

El pediatra es fundamental durante los primeros años de vida del niño. En sus consultas, no solo se encarga de las revisiones físicas, sino que también realiza un seguimiento del desarrollo emocional y cognitivo. Entre las principales funciones del pediatra se encuentran:

  • Control de crecimiento y desarrollo: El pediatra evalúa el desarrollo motor, cognitivo y emocional del niño. Esto incluye la observación de hitos como caminar, hablar y socializar.
  • Vacunación: Asegura que el niño reciba todas las vacunas necesarias para prevenir enfermedades graves.
  • Diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes: Los pediatras tratan desde resfriados y fiebre hasta problemas más complejos como infecciones o enfermedades crónicas.
  • Consejos sobre la salud y el bienestar: Los pediatras brindan orientación sobre la alimentación, el sueño, la actividad física y otros aspectos del cuidado general del niño.

¿Hasta qué edad es recomendable seguir visitando al pediatra?

Aunque la recomendación general es que los niños sigan siendo atendidos por un pediatra hasta los 14 o 15 años, esta edad puede variar dependiendo del país, la cultura y las necesidades individuales de cada niño. La transición a un médico de adultos, como un médico de familia o un internista, puede realizarse gradualmente a medida que el niño crece. Aquí te presentamos los momentos clave:

1. Hasta los 2 años: Consultas frecuentes

Los bebés y niños pequeños requieren visitas al pediatra con mayor frecuencia, debido a su rápido desarrollo y a la necesidad de seguir el calendario de vacunas. Entre los 0 y los 2 años, las consultas son habituales, ya que el pediatra monitorea el crecimiento, las enfermedades comunes y las etapas de desarrollo.

2. De 2 a 6 años: Visitas periódicas

Durante la infancia temprana, las visitas al pediatra siguen siendo necesarias, aunque no tan frecuentes. El pediatra continúa controlando el crecimiento, las enfermedades, la nutrición y el desarrollo físico. También se realizan revisiones periódicas a medida que el niño comienza la escolarización. El calendario de vacunación sigue siendo una prioridad.

3. De 6 a 12 años: Visitas anuales

A medida que el niño entra en la escuela primaria, las consultas al pediatra suelen ser anuales, salvo que haya problemas de salud que lo requieran. Durante este período, el pediatra también revisa el desarrollo social, emocional y físico, y se asegura de que el niño se esté desarrollando adecuadamente en todas las áreas. También se trata el control de enfermedades comunes y se sigue con el esquema de vacunación.

4. De 12 a 14 años: Adolescencia temprana

Cuando los niños entran en la adolescencia, las visitas al pediatra continúan siendo importantes. A esta edad, los pediatras están acostumbrados a tratar problemas relacionados con la pubertad, cambios hormonales, salud mental y orientación sobre hábitos saludables. La adolescencia es un momento crítico para la prevención de problemas como el acné, trastornos de la conducta alimentaria o problemas de salud mental.

5. ¿Cuándo se transita a un médico de adultos?

Alrededor de los 14 o 15 años, algunos pediatras sugieren que es el momento de realizar la transición a un médico de adultos, en parte debido a los cambios fisiológicos que ocurren durante la pubertad. Sin embargo, este paso no es obligatorio y depende de las necesidades específicas del adolescente. En algunos casos, especialmente si el niño tiene una afección crónica o un problema médico significativo, el pediatra puede seguir siendo el médico principal hasta los 18 años.

Consideraciones para la transición al médico de adultos

El paso del pediatra a un médico de adultos no siempre es fácil. Aquí hay algunos factores a tener en cuenta:

  • La relación con el pediatra: Muchos niños y adolescentes se sienten cómodos con su pediatra, que ha sido parte de su vida durante años. La transición puede ser emocionalmente difícil para algunos, ya que pueden sentirse inseguros al cambiar de médico.
  • El tipo de atención médica necesaria: Si el niño o adolescente tiene una condición crónica (como asma, diabetes o problemas cardíacos), es posible que necesite un seguimiento más cercano y especializado. En este caso, el pediatra podría seguir involucrado en el tratamiento hasta la edad adulta.
  • La disponibilidad de un médico de adultos: La transición también depende de la disponibilidad de un médico de adultos en la localidad, especialmente si el niño vive en una zona rural o tiene un acceso limitado a servicios médicos.

¿Qué sucede si el niño tiene problemas de salud a una edad avanzada?

Algunos adolescentes pueden enfrentar problemas de salud a medida que entran en la adolescencia. El pediatra sigue siendo la mejor opción en estos casos debido a su experiencia con problemas específicos de la adolescencia, como trastornos hormonales o emocionales, aunque los médicos de familia también están capacitados para tratar estos problemas.

¿Es posible que el niño no pase directamente al médico de adultos?

En algunos casos, los pediatras pueden seguir atendiendo a niños mayores de 15 años si la situación lo requiere, especialmente si el niño tiene condiciones médicas complejas que necesitan seguimiento. Además, en algunos países, existen clínicas de atención para adolescentes donde se puede seguir recibiendo atención especializada, pero no necesariamente bajo el marco de la pediatría tradicional.

Conclusión

El momento de dejar de ir al pediatra depende de varios factores, incluidos el desarrollo físico y emocional del niño, así como la salud y el tipo de atención médica que necesite. Aunque la mayoría de los niños hacen la transición a un médico de adultos entre los 14 y 15 años, este proceso puede ser flexible, dependiendo de las circunstancias. Lo importante es asegurarse de que el niño o adolescente reciba el seguimiento médico adecuado en todas las etapas de su vida para garantizar su bienestar.

Es fundamental que los padres y cuidadores estén atentos a las necesidades de salud de sus hijos, y si tienen dudas sobre cuándo hacer la transición o cómo, pueden consultar con su pediatra para determinar la mejor opción para el futuro de la salud de su hijo.

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Buenas noticias

Revolución en oncología: nuevos tratamientos triplican la esperanza de vida en cáncer de próstata avanzado

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avance cáncer próstata
CLÍNICA DEL OCCIDENTE

Gracias a los avances en terapias dirigidas, diagnóstico molecular y medicina personalizada, la supervivencia en pacientes con cáncer de próstata avanzado ha pasado de 18 a más de 40 meses en los últimos 15 años.

El cáncer de próstata sigue siendo uno de los tumores más frecuentes en hombres, pero los últimos desarrollos en oncología están cambiando radicalmente su pronóstico. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), los tratamientos actuales han logrado triplicar la esperanza de vida en pacientes con cáncer de próstata en fase avanzada, que representan aproximadamente el 10 % del total de los diagnósticos.

Avances que marcan un antes y un después

La SEOM ha puesto en valor los progresos terapéuticos más significativos en la lucha contra esta enfermedad. Entre las innovaciones más destacadas figuran:

  • La combinación de inhibidores de PARP con tratamientos hormonales tradicionales.

  • El uso del radiofármaco 177Lu-PSMA-617, que ha reforzado el papel de la terapia dirigida al antígeno de membrana específico de la próstata (PSMA).

Estas estrategias han revolucionado el tratamiento de los casos avanzados, permitiendo una mediana de supervivencia que ha pasado de 18 meses en 2005 a más de 40 meses en la actualidad.

Medicina personalizada y diagnóstico molecular

Uno de los pilares de esta transformación es la implementación de tecnologías de diagnóstico de alta precisión. La introducción de la tomografía por emisión de positrones (PET) con PSMA ha mejorado notablemente la detección precoz de metástasis y ha optimizado las decisiones terapéuticas.

Además, se ha establecido la recomendación de realizar pruebas genéticas rutinarias para detectar alteraciones en genes implicados en la reparación del ADN, como BRCA1 y BRCA2. Este paso permite:

  • Identificar candidatos a tratamientos con inhibidores de PARP.

  • Ofrecer asesoramiento genético y familiar, clave para la prevención en familiares de riesgo.

Desafíos actuales y próximos pasos

A pesar de estos logros, los expertos señalan que uno de los principales retos sigue siendo la definición de la secuencia óptima de tratamientos, con el objetivo de maximizar los beneficios terapéuticos para cada paciente, respetando su calidad de vida y adaptando cada fase a sus necesidades individuales.

Según la SEOM, también es imprescindible avanzar hacia una incorporación equitativa de los tratamientos más efectivos en la cartera pública de servicios de salud, garantizando el acceso a las innovaciones a todos los pacientes, independientemente de su lugar de residencia.

Ensayos clínicos: clave del progreso

Todos estos avances han sido posibles gracias al impulso de la investigación clínica y a la participación activa de miles de pacientes en ensayos multicéntricos internacionales, muchos de ellos realizados en centros oncológicos españoles de referencia. La SEOM subraya que la participación en ensayos clínicos sigue siendo la mejor opción para acceder a terapias punteras y contribuir al desarrollo de nuevos tratamientos más seguros y eficaces.

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