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Carta del padre de un niño de 7 años al que el Real Madrid le ha quitado el carnet de socio

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El Real Madrid ha remitido una carta a un socio del Real Madrid  y otra a su hijo de 7 años comunicándoles «la expulsión de socio» para el padre así como la «suspensión durante 3 años de socio y abonado» para el niño por unos hechos ocurridos en mayo de 2015, en la semifinal de la Liga de Campeones ante la Juventus en el Santiago Bernabéu. Ante la carta, y el hecho de que el club no se haya pronunciado públicamente al respecto, este socio ha hecho una carta pública en la que detalla los hechos y denuncia «la humillante situación e injusto maltrato» que sufren él y su hijo:

Me decido a escribir estas líneas en forma de comunicado informativo y reivindicativo por la situación por la que pasa nuestro Club, y en especial su área social.

En la mañana de ayer me llegaron a mi lugar de trabajo dos cartas certificadas del Real Madrid. Una venía a mi nombre, y otra a nombre de mi hijo, que tiene tan sólo 7 años de edad. Las cartas las firmaba una persona desconocida, pues sólo hay un garabato, y lo único que dice es que era de la Comisión de Disciplina Social del Club. Son malas noticias, pues nos notifican que a mí me proponen la expulsión de Socio del Real Madrid, y a mi hijo de 7 años de edad, la suspensión durante 3 años de su condición de Socio y Abonado, y todo ello después de 1 año y 4 meses en los que incomprensiblemente hemos tenido suspendidas esas condiciones. Qué curioso, porque en abril de 2016 fui elegido por los Socios del Real Madrid como Compromisario, y el Club me impidió asistir a la Asamblea de octubre para poder exponer mi caso. El motivo de la expulsión de Socios fueron unos supuestos hechos acontecidos en mayo del año 2015 en el Estadio Santiago Bernabéu, en la semifinal de Champions contra la Juventus.

Os cuento lo ocurrido brevemente, pero si alguien quiere más detalles puede preguntarme sin problema.

Somos totalmente inocentes y estamos sufriendo un abuso. Acudimos al estadio con nuestra pancarta habitual, que simplemente pone ESCORIAL, pues es el lugar del que somos y donde vivimos. Como en cada partido al empezar, levantamos nuestra pancarta, cuando de repente sin mediar palabra, un individuo con una camiseta blanca y sin identificación de ningún tipo, nos la intenta arrebatar cuando se estaba deslizando un cubregradas sobre nosotros. Poco después otra persona vestida de negro y también sin identificación, se pone a hablar con empleados de Prosegur, señala a mi amigo, y le dice a los de seguridad que le saquen de la grada. Los de Prosegur, como si siguieran las instrucciones de un jefe, se disponen incomprensiblemente a ello, pero entonces unas 10 ó 15 personas del público se oponen a dicho acto de abuso, y a los 5 minutos baja un agente de la autoridad UIP, que nos dice que “estad tranquilos que no habéis hecho nada”. Para nuestra sorpresa, en el descanso ese mismo agente de la autoridad nos indica que tenemos que identificarnos y hacerle entrega de nuestra entradas “por orden del club”, a lo cual pedimos explicaciones, pero no ponemos ningún tipo de resistencia. Los policías nos indican que ellos no tienen nada que ver, que son órdenes del Club, pero que por favor que abandonemos el estadio, lo cual hicimos por no querer causar problemas a nadie aunque ello implicara no poder ver el resto del encuentro. Esto es lo único que paso. Por “esto”, el Club me echa de Socio, y a mi hijo de 7 años de edad, que ni siquiera estaba en el partido, le quieren expulsar durante 3 años.

Lo más curioso del caso es que a día de hoy no hemos recibido ningún tipo de sanción por parte de la Delegación de Gobierno, ni de la Policía ni de ningún organismo oficial, lo cual demuestra que no hubo ningún tipo de incidente, y es por todos es sabido que a la mínima que hagas, la Comisión Antiviolencia no se lo piensa y te sancionan si has hecho algo ilegal. Si no me han sancionado, será por algo, no?

Por este motivo quiero dar a conocer a todo el madridismo y a la sociedad en general, la indefensión e injusticia a la que nos estamos enfrentando mi hijo y yo con la sanción que nos quiere imponer nuestro Club, por algo que no hemos hecho, lo que me hace pensar que es algo personal. Y obviamente por quien más lo siento es por mi hijo, que con 7 años siente al Real Madrid en lo más profundo, y ahora tengo que decirle que su equipo le quiere expulsar por algo que él ni si quiera ha hecho. ¿Cómo lo hago?

Pero como decía, creo que es algo personal. Os voy también a decir de dónde vengo y quien soy, porque sé que saldrá a la luz el falso tema de “los violentos” y demás para justificar el acoso que sufrimos en el Club.

Soy un vecino de San Lorenzo de El Escorial, Socio del Real Madrid desde el año 1993, de padre socio, de abuelo socio, hermanos socios e hijos socios (vamos, que no es una moda), y además, Socio representante en la actual asamblea de compromisarios.

Voy a deciros que la persecución y acoso contra mi hijo y mi persona quizás venga porque era abonado en la antigua Grada Joven del Fondo Sur. Y aunque no haría falta, quiero dejar claro que nunca he tenido ningún tipo de incidente ni sanción dentro ni fuera de los estadios,habiendo visitado estadios de toda España y parte de Europa. Pero claro, para nuestra Junta Directiva, VIOLENTO es todo aquel que lucha por la libertad de expresión, que lucha por sus derechos y que quiere un Real Madrid de sus socios. Lo que es VIOLENTA es la situación que vivimos, que a mi hijo de 7 años de edad le tenga que explicar que el equipo de sus amores nos quiere fuera.

Esta humillante situación e injusto maltrato que sufrimos sí que es una forma de violencia.

Solo pido Justicia y hala Madrid!

Socio Representante del Real Madrid, socio nº 28402

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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