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Drama en el Levante: Un penalti de Villalibre en el minuto 129 da el ascenso al Alavés

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Los jugadores del Levante se lamentan por su derrota ente el Alavés, que les elimina la oportunidad de ascender a Primera División, este sábado en el estadio Ciutat de Valencia. EFE/Manuel Bruque
Valencia, 17 jun (OFFICIAL PRESS-EFE).- Un gol de penalti de Asier Villalibre en el minuto 129 le ha brindado el ascenso al Deportivo Alavés este sábado ante el Levante en el Ciutat de València, el estadio donde consumaron el descenso el curso pasado y donde han conseguido su regreso a Primera División ante un rival al que le valía el empate.

El Alavés, que necesitaba un gol para meterse en la eliminatoria, salió a morder y propinó el primer susto al Levante en el minuto dos tras un mal despeje de Rober Pier en el área con el que se hizo Rioja y, pese a que no finalizó, sirvió de aviso para el equipo de Javi Calleja, al que pese a que le valía el empate en una hipotética prórroga, no salió a especular.

El Levante, tras un córner mal ejecutado por el Alavés, armó el contraataque con De Frutos, que se marchó solo, pero el exlevantinista Duarte se anticipó para robarle el esférico y, de inmediato, Villalibre lo intentó con un chut que se perdió por encima del larguero.

El juego estaba descontrolado y con ambos equipos buscando el balón para atacar y llegar lo más rápido posible a portería contraria hasta que el Levante intentó bajar el ritmo del partido y controlar el juego. A los azulgranas les costó, pero pasado el cuarto de hora comenzaron a encontrar a Joni Montiel, que sirvió una falta que él mismo recibió y que Vezo no llegó por centímetros a empujar.

Pero la sensación de control fue momentánea. El Alavés, mucho más suelto, metido y cómodo que su rival, tuvo la ocasión más clara del partido en el minuto 31 con un tiro de Tenaglia que tapó con el cuerpo Rober Pier, que se lanzó con todo y se golpeó con el poste para evitar el gol.

La presión del equipo de Luis García Plaza incomodaba a un Levante impreciso y nervioso en el último tramo que demandaba a gritos el descanso. Nada más comenzar la segunda parte, el Alavés prolongó su buen momento de forma con una doble ocasión de Miguel y Rioja que salvó Femenías sacando el segundo disparo con el pie.

Mientras, el Levante seguía como terminó el primer tiempo: inofensivo. El equipo azulgrana no era capaz de armar el ataque ante un Alavés fuerte en la presión, y con un gran Guridi en la recuperación, e insistente en ataque. El conjunto babazorro lo intentaba de todas las maneras, desde larga distancia, con centros al área, con pases filtrados… Pero sin puntería.

Calleja dio entrada a Soldado y Wesley, artífices de la jugada de más peligro del Levante en el partido. De la asociación de ambos salió un chut de Joni Montiel que se estrelló en Sedlar (m.68) y Sivera salvó el gol de De Frutos (m.74).

La entrada de los dos delanteros revivió al Levante, que se volcó en ataque y encadenó ocasiones peligrosas con un testarazo de Wesley que atrapó Sivera, pero un error de Pubill casi le cuesta el gol al equipo valenciano, que vio como el disparo de Rebbach se marchó rozando la madera cuando atravesaba su mejor momento.

El partido, al borde de la prórroga, entró en un tramo peligroso y de descontrol en el que los babazorros merodearon más el área que el Levante, pero sin poner en problemas a Femenías, que mantuvo el empate para llegar a la prórroga en la que al Levante le valdría el 0-0 sin penaltis para ascender.

Pero el conjunto local no quería sorpresas y De Frutos trató de asegurar la permanencia con una potente volea que se estrelló en el larguero (m.100).

Entre una tensión que aumentaba y un juego que se ensuciaba cada vez más ambos equipos trataron hacer su partido en un final de infarto que tuvo un travesaño de Pepelu en el minuto 120, un chut de Toni Moya que Femenías sacó con el pie y un penalti a favor de el Glorioso por mano de Rober Pier que Villalibre convirtió en el 129, sin tiempo para el empate del Levante, un resultado que le servía.

– Ficha técnica:

0 – Levante: Femenías; Pubill, Vezo (Postigo, m.111), Rober Pier, Alex Muñoz; Joni Montiel (Róber, m.92), Iborra, Pepelu, De Frutos (Son, m.111); Bouldini (Soldado, m.62) y Brugué (Wesley, m.57)

1 – Deportivo Alavés: Sivera; Tenaglia (Jason, m.97), Abqar, Sedlar, Duarte (Javi López, m.91); Alkain (Rebbach, m.63), Benavídez, Guridi (Panichelli, m.85 por Sylla m.106), Rioja; Miguel (Toni Moya, m.70) y Villalibre

Goles: 0-1, m.129: Villalibre, de penalti.

Árbitro: Hernández Maeso (Comité extremeño). Amonestó a Joni Montiel, Pepelu, Iborra Soldado por parte de los locales y a Duarte, Panichelli, Abqar, Benavidez, Sivera y Mustafi por parte de los visitantes

Incidencias: partido correspondiente a la vuelta de la final de la promoción de ascenso a Primera División disputado en el estadio Ciutat de València ante 23.000 espectadores.

Paula Lerín

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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