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VÍDEO| Así fue el emotivo homenaje de Mestalla a Carlos Marchena

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Uno de los jugadores más grandes que han portado la camiseta valencianista, Carlos Marchena, y que militase durante nueve temporadas en uno de los mejores VCF de la historia blanquinegra, fue merecidamente homenajeado este domingo 16 de abril en Mestalla en el partido ante el Sevilla FC, correspondiente a la trigésimo segunda jornada de Liga.

Marchena, que se retiró del fútbol en activo hace sólo un año, conquistó como blanquinegro cinco títulos: dos de Liga, uno de Copa de la UEFA, uno de Supercopa de Europa y una Copa del Rey. En los prolegómenos del partido, el jugador saludó emocionado a los aficionados que le rindieron un extraordinario tributo en forma de aplausos, coreando su nombre, como no hace tanto se escuchaba en el coliseo blanquinegro, y se hizo una foto con el once inicial de nuestro equipo para el encuentro ante los andaluces. Asimismo el club, por parte de la presidenta del Layhoon Chan, le hizo entrega en un emotivo acto en el Palco VIP del Camp de Mestalla de una placa y una camiseta conmemorativa para el recuerdo del andaluz de esta jornada. El propio jugador ya estuvo este sábado en las instalaciones del Club, en el Estadi Antonio Puchades donde presenció el encuentro del Valencia CF Mestalla en el derbi de la ciudad ante el Atlético Levante.

El ex central internacional, que jugó 358 partidos con el Valencia CF y marcó 14 goles entre las temporadas 2001-02 y 2009-10, conquistó también con la Selección Española la Eurocopa de Suiza-Austria 2008 y el Mundial de Sudáfrica 2010, así como el Mundial Sub20 en Nigeria 1999, la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo, otorgada por el Consejo Superior de Deportes en 2011.

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Conoce la leyenda de Carlos Marchena como jugador valencianista
Carlos Marchena López (Las Cabezas de San Juan, Sevilla, 31/07/1979) es el futbolista al que el éxito le ha acompañado en toda su carrera profesional.
A la llegada de nuestro equipo, la temporada 2001/02, procedente del Benfica, y formado en la cantera del Sevilla FC, la primera temporada conquistó la Liga con el VCF donde impuso ya su impronta de defensa serio, infranqueable, con calidad para jugar la pelota y una personalidad intachable, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Su estilo le encumbró como uno de los mejores zagueros del viejo continente, y acaparó los halagos de la opinión futbolística nacional e internacional. Su llegada coincidió con una generación de jugadores que alcanzaron la gloria en el VCF, con la conquista de otra Liga, la Copa del Rey, la UEFA Cup, la Supercopa de Europa y ser un miembro con un rol importante en el denominado mejor equipo del mundo el año 2004.

Marchena tuvo el reconocimiento del vestuario con la capitanía del equipo, con una calidad individual y colectiva que le ha permitido ocupar diversos roles en el terreno de juego, y pasará, en definitiva, como uno de los mejores jugadores en los 91 años de historia de la entidad. Su categoría también ha sido premiada a nivel internacional con la selección española de fútbol, en la que ha grabado su nombre con letras de oro junto a la mejor generación de futbolistas de la historia de este país, gracias a sus actuales 61 internacionalidades, y con la que ha conquistado la Eurocopa 2008, el Mundial 2010, el Mundial sub 20 y la medalla de plata en los JJOO de Sidney.

TÍTULOS: 2 Ligas, 1 Copa del Rey, 1 UEFA Cup, 1 Supercopa de Europa, miembro del mejor equipo del mundo el año 2004, 1 Eurocopa, 1 Mundial.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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