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Los pecados de Peter Lim

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Pecados Peter Lim
Aficionados del Valencia CF protestan contra el propietario del Club, Peter Lim, en las gradas del estadio de Mestalla (Valencia) en enero de 2022, durante un partido de liga. EFE/Kai Försterling

València, 10 feb (OFFICIAL PRESS-EFE).- El Valencia CF se encuentra en una absoluta debacle deportiva que se traduce en un flirteo con el descenso y ninguna victoria en el presente año. Ante esta crisis deportiva, unida a la que ya había a nivel institucional, la parroquia valencianista ha decidido concentrarse a las 20 horas de este sábado frente al estadio de Mestalla para protestar contra la gestión del magnate singapurense Peter Lim. El máximo accionista del club a través de su empresa Meriton Holdings, ha llevado al hartazgo a un afición que clama su marcha desaforadamente.

La concentración llevará a parte de la afición a no entrar a Mestalla hasta el minuto 19, número en clave alusiva al año fundacional del club: 1919. Su finalidad no es solo cambiar el rumbo deportivo, sino que se dé un giro de 180 grados a la deriva institucional, económica y social en la que se ha sumido el Valencia desde hace casi una década. Libertad VCF, organización convocante de la movilización, contempla la venta de las acciones por parte de Lim como única solución posible.

Los pecados de Peter Lim

Resulta complicado condensar en un compendio las muchas razones o causas que han llevado a que Meriton sea considerada una directiva ‘non grata’ en el propio club que dirigen. No obstante, constituye un objeto de análisis digno de ser tratado. Estas son las claves por las que el valencianismo ha dicho basta, los pecados de Lim:

-Más de 1000 días sin jugar en Europa. El Valencia acumula 1.067 días sin disputar partido alguno de competición europea. Ha batido su récord negativo de los últimos cuarenta años.

-Paralización e incertidumbre con el nuevo estadio. El Nuevo Mestalla lleva casi catorce años parado, concretamente desde el 25 de febrero de 2009, cuando se anunció la paralización de las obras por falta de liquidez. Meriton se comprometió a acabar el estadio por el centenario, en 2019, sin embargo, las obras siguen en el mismo estado que cuando llegaron a la entidad.

-El crédito de Meriton está bajo mínimos en la sociedad valenciana. El 2 de marzo de 2021 y tras una reunión con el entonces presidente del Valencia Anil Murthy, el president de la Generalitat, Ximo Puig, aseguró que el crédito de Meriton Holdings estaba «bajo mínimos» en la sociedad valenciana.

Tensiones con el Ayuntamiento. La fricción entre el Ayuntamiento de Valencia y el Valencia CF siguen aumentando sin remedio. La última, este jueves, tras la reunión de la vicealcaldesa Sandra Gómez (PSOE) con Libertad VCF. Javier Solís, portavoz del club, respondió: «Resulta difícil comprender que la vicealcaldesa se reúna con un colectivo ajeno al club para explicarles detalles del proyecto antes que con la parte interesada, que no es otra que el club. Solicitamos que deje de un lado los intereses políticos y personalistas, retransmitidos en los medios de comunicación, y centre sus esfuerzos en llegar a un acuerdo».

Solo 3 clasificaciones a Europa en 8 temporadas. De las últimas 25 campañas, el Valencia ha entrado en Europa en 19. De las 6 temporadas que no ha estado en competición continental, 5 son con Meriton como máximo accionista. Una estadística demoledora de cara al balance deportivo en la etapa de Lim al mando.

7 años deficitarios en 8 ejercicios. El Valencia ya acumula más de 175 millones de pérdidas desde la entrada de Lim. Solo en la campaña 18-19, y mediante la triquiñuela en forma de trueque entre Neto y Cillessen, el club no perdió dinero. En el anterior ejercicio, correspondiente a la 2021-22, se perdieron 45,8 millones de euros.

El Valencia es el único equipo que no ha ganado tras el parón por el Mundial. Lleva cinco derrotas y un empate desde entonces, números que le han acercado peligrosamente a la zona de descenso. Dinámica terrible.

Seis de los nueve técnicos del Valencia de Meriton no acabaron su primera temporada. Muchos, cabreados por no fichar. La inestabilidad deportiva del club se mide en que solo tres (Marcelino, Bordalás y Nuno) de los nueve entrenadores que empezaron una temporada en el Valencia lograron acabarla. El banquillo valencianista ha sido a menudo un sinónimo de suplicio para el técnico que lo ocupaba.

Despidió sin razón al mejor proyecto deportivo de la última década. En plena etapa de esplendor, Lim decidió despedir sin motivos aparentes al director general, Mateu Alemany, y al entrenador, Marcelino García Toral. Ambos habían sido dos pilares clave sobre los que se estructuraba aquel proyecto triunfante. Tras dos campañas seguidas clasificando al equipo para la Liga de Campeones y tras alzar la Copa del Rey el año del centenario, el Valencia volvió a instalarse en la mediocridad competitiva.

Devaluación continua de activos. Dani Parejo, que una campaña antes había alzado como capitán la Copa del Rey, fue ‘regalado’ al Villarreal, donde en su primera temporada ayudó a conquistar una Europa League. Ese mismo verano se vendió a otras grandes figuras: Rodrigo Moreno (por 30 millones de euros), Francis Coquelin o Geoffrey Kondogbia (15 millones). Gonçalo Guedes y Carlos Soler han sido los últimos estandartes convertidos en víctimas de esta política de venta.

Ventas que no se suplen y si se suplen es con cedidos. Las grandes ventas del club se han sustituido en el campo por cedidos, cuando no por la cantera. La salida de Parejo no se reemplazó con nadie; tampoco las de Coquelin y Kondogbia en 2021, año desde el cual el Valencia sigue sin un ‘6’. Ahora, Guedes ha sido suplido por Lino, cedido por el Atlético, mientras que el único reemplazado por un fichaje ha sido Soler, por André Almeida. Esto agrava la fuerte descapitalización que sufre el club.

Menosprecio de Lim hacia el club: «Tengo un club de fútbol y veo lo que pasa. No es nada más». Lim aseveró que el Valencia era poco más que un pasatiempo en una entrevista a Financial Times en 2021, en la que sostuvo que el Valencia le venía bien para hacer «networking», es decir, establecer contactos.

27 victorias en los últimos 100 partidos en Primera. El Valencia, que tiene una media de victorias en Primera División del 44 %, ha conseguido solo 27 triunfos en los últimos cien partidos, unos números que confirman la deriva deportiva del club y, sobre todo, el desequilibrio respecto a su historia.

El rival históricamente más directo, el Atlético de Madrid, de sacarle 20 puntos a ir 174 por detrás. El día de la llegada de Meriton, el Valencia era tercero en la clasificación histórica de la Liga y le sacaba 20 puntos al Atlético de Madrid. Ahora, el rendimiento positivo del equipo del Cholo y la irregularidad deportiva che ha hecho que el equipo colchonero saque 174 puntos al Valencia. Una abrumadora diferencia de 200 puntos en nueve temporadas.

-Sin noticias de Lim. El máximo accionista del Valencia no acudió el pasado mayo a Sevilla a ver su equipo en la final de Copa ante el Betis y desde que se originó la pandemia no se ha dejado ver por Mestalla. Esa falta de involucración se ha manifestado en el hecho de que sí acudiera al Mundial de Catar, pero por el contrario no se dejara ver en la Supercopa de España disputada en Arabia Saudí. Sus únicas apariciones desde entonces son las imágenes de los comunicados del club cuando algún entrenador o presidente viaja a Singapur.

Como se puede ver, no son pocas las atrocidades cometidas por Meriton. Su gestión ha terminado por colmar la paciencia de una afición que ya no se siente identificada con la parte oficialista del conjunto blanquinegro. Mañana los aledaños de Mestalla rugirán en una nueva protesta en la que el valencianismo hará pagar por sus pecados a Peter Lim.

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Javi Guerra, 27-04-2023: radiografía de un gol que cambió el rumbo del Valencia

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Javi Guerra
La piña de compañeros, segundos después de haber marcado su celebrado tanto. EFE/ Kai Försterling/ARCHIVO

Nacho Herrero

València, 26 abr (OFFICIAL PRESS- EFE).- A las 21.25 del jueves 27 de abril de 2023, este sábado hace un año, Javi Guerra hizo estallar Mestalla con un gol en el descuento ante el Valladolid que sacó al Valencia del descenso y que en el imaginario colectivo del club ha quedado como punto de inflexión hacia una agónica salvación.

Cuando aquella tarde el autobús de la plantilla llegó a Mestalla sobre las 17.30, dos horas antes del choque de la jornada 31, le recibieron cientos de seguidores en la Avenida de Suecia, muchos de ellos jóvenes dada a hora.

Guerra, que tenía 19 años y cumplió 20 dieciséis días después, tenía sus cosas preparadas en el vestuario entre las de Alberto Marí y Jaume Doménech. No era una taquilla personalizada con su foto porque entonces tenía ficha del filial.

De hecho, llegaba con un escueto bagaje de 68 minutos en Primera que había conseguido en los anteriores once días y que se dividía entre los 18 en la derrota por 0-2 ante el Sevilla, incluidos ocho de descuento, y los 50, con cinco de prolongación y mucho más felices, del domingo anterior en Elche, donde hubo un desplazamiento masivo de aficionados.

Pese al 0-2 del Martínez Valero, el Valencia era decimoctavo, antepenúltimo, con 30 puntos, los mismos que el Almería, que era cuarto por la cola y que el día antes había aumentado la presión sobre los de Rubén Baraja al ganar en Getafe.

Aquella tarde, la angustia se disparó en Mestalla entre las 19.35 y las 20.43. Fueron casi setenta minutos en los que se asomó al abismo del descenso. A los seis de empezar el partido, un error de Mouctar Diakhaby en un control permitió a Cyle Larin adelantar al Valladolid. Cuarenta minutos después, Javi Puado marcó para el Espanyol en Vila-real. El equipo ‘perico’, que tenía 28 puntos, estuvo virtualmente durante media hora, con 31 y dejaba al Valencia penúltimo.

Antes de las 21 horas, la historia empezó a cambiar en los dos escenarios. Entre las 20.44 y las 20.54, Étienne Capoue y Dani Parejo le dieron la vuelta al marcador en La Cerámica. Sobre las 20.52 Mestalla había vivido su primera explosión de júbilo. Diakhaby remató un córner de cabeza sin aparente peligro pero el portero Jordi Masip, en otro error mayúsculo, pensó que iba fuera y dejó pasar el balón a su red.

Guerra lo vio desde el banquillo y saltó como un resorte. Se abrazó a Cenk Özkacar y a Marí, al que tenía a su izquierda en el banquillo tras haber salido a calentar su primer ‘vecino’, Diego López. En el asiento de la derecha tenía a Cristhian Mosquera.

Ese día acudieron a Mestalla 42.217 espectadores y un invitado: Kily González. El argentino había jugao su último partido oficial en Mestalla veinte años antes, cuando Guerra acababa de nacer. En verdad, los 27 de abril ya se veneraban en Mestalla antes del gol de Guerra y en parte era por él.

Aquel día pero en 2002, el Valencia recibió al Espanyol en la jornada 36. El equipo perico se adelantó, Amadeo Carboni fue expulsado y el sueño del título se esfumaba. Rafa Benítez dio entrada al Kily en el 66 y en el 78 el Valencia había enloquecido Mestalla con una remontada con dos asistencias suyas a Baraja. Ocho días después, el club conquistó la Liga tras más de treinta años de sequía.

De nuevo en 2023, pese a que el Espanyol ya perdía en Vila-real y el Valencia había recuperado un punto, el empate era poco consuelo. Se quedaba con 31 puntos, empatado con el Getafe en la frontera del descenso y ni eso parecía seguro. El Valladolid, inmerso también en la batalla por la permanencia, buscaba el triunfo e Iván Fresnada estrelló en el larguero el 1-2.

En el minuto 83, Baraja hizo entrar a Diego López y a Ilaix Moriba. En ese momento mandó a Guerra a calentar, al parecer, más por precaución que por otra cosa, porque la activación previa suele ser mucho más larga. Pero André Almeida estaba muy fatigado.

Guerra no estuvo en la banda ni cuatro minutos e incluso su calentamiento ‘exprés’ fue algo más largo porque Baraja le tuvo que llamar dos veces. Cuando el reloj marcaba 86 minutos y 57 segundos, su primera señal para que regresara y saliera confundió al jugador. Veinticinco segundos después, contrariado, tuvo que repetir la llamada para poder sustituir al luso.

El joven llegó a la carrera y se puso la camiseta que ahora guarda en su casa de Gilet y que colgaba de su silla con el número 36, el que se le asignó en pretemporada. No fue Baraja, con el que apenas intercambió un par de palabras, sino su ayudante, Toni Seligrat, quien le dio indicaciones.

Finalmente, entró en el minuto 88 y 35 segundos y participó en tres acciones antes de la jugada decisiva. En ella, frenó un contragolpe pucelano al interceptar un pase de Robert Kennedy y soltó a Ilaix un balón que pasó por Diego López y de nuevo por Moriba antes de regresar a sus pies.

Controló la pelota con el izquierdo y con el primer toque con el derecho dejó atrás a Óscar Plano; con el segundo y el tercero avanzó y retomó la zurda para disparar desde la cruceta de la línea del área con su corona. Su trallazo cruzado pasó juntó a Joaquín Fernández y entró por el palo más alejado de Masip. Era el minuto 92 y 9 segundos y llevaba apenas 214 segundos en el campo.

Como veintiún años antes hiciera Baraja tras marcar contra el Espanyol en esa misma portería del fondo norte, Guerra abrió los brazos cuando vio la pelota en la red. Como le pasó al vallisoletano, la inercia de la diagonal que había trazado le llevó al córner más cercano a la tribuna. Ambos goles comparten lugar de celebración y piña colectiva.

Guerra, algo incrédulo, se giró a mitad de su carrera. El primero que le alcanzó fue el capitán José Luis Gayà pero pronto llegaron otros, incluso el portero Giorgi Mamardashvili, que se recorrió todo el campo. Mestalla había explotado y los vídeos y las fotografías muestran euforia, liberación y algún torrente de lágrimas incontrolable.

Sobre la bocina del minuto 95, sin añadir más de los cinco minutos previstos, José Luis Munuera Montero, señaló el final. Sus tres pitidos pillaron a Guerra en el medio campo y Toni Lato y Hugo Duro se lanzaron a abrazarle. De ahí fueron todos al fondo sur a agradecer el apoyo de la Grada de Animación.

Fue entonces cuando se le avisó de que era el elegido para la ‘Flash Interview’ de la televisión con derechos. “Me la ha dado Ilaix y tampoco veía un pase claro. He amagado, me he ido del defensor que tenía y me dio por tirar”, explicaba.

Esa temporada Guerra había acumulado 2164 minutos en Primera RFEF con un único gol, ante el Espanyol B. Tampoco había visto puerta ante el Sevilla y el Elche ni, al parecer, apenas en Paterna. “Javi Guerra no ha metido un gol en un entrenamiento, os lo juro”, escribió jocoso esa noche Hugo Duro en las redes sociales.

Antes de retirarse al vestuario, Guerra abrazó a sus padres y a su abuelo que le esperaban en la grada más cercana al túnel. Con el anciano empezó a jugar al fútbol en el jardín de una urbanización de Canet entre dos árboles, y era él quien le llevaba en tren a Vila-real, puesto que se formó en la cantera ‘grogueta’ hasta 2019.

Tras un nuevo estallido de alegría en el vestuario, regresó al césped. Era de los que menos había jugado y tuvo que hacer el ‘compensatorio’, un suave entrenamiento, ya con las gradas vacías.

Baraja había llegado a la sala de prensa y desde allí le recomendó que apagara el móvil, se fuera a casa y le diera un abrazo a sus padres. No le hizo caso y salió a cenar con sus amigos, que le esperaban en la Avenida de Suecia, donde cinco horas antes había comenzado todo.

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