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Salud y Bienestar

Los trastornos del sueño en niños pueden estar vinculados a la epilepsia, según los neurólogos

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(EUROPA PRESS) –

Neurólogos de los hospitales Vithas Nisa han advertido de que los trastornos del sueño en niños, como el insomnio, el sonambulismo, los terrores nocturnos, el bruxismo y los movimientos rítmicos pueden estar vinculados a crisis epilépticas que dificultan su descanso.

Bajo esta premisa, «cada vez son más» los padres que escuchan como diagnóstico del neuropediatra que sus hijos no tienen lo que se denominan «trastornos del sueño», sino que sufren crisis epilépticas, ha explicado Vithas Nisa en un comunicado.

Los trastornos del sueño son comunes en la población infantil y afectan a un 30 por ciento de los niños entre los seis meses y cinco años y, en el cinco por ciento de los casos se producen por causas médicas.

Por otro lado, la epilepsia es una enfermedad que se produce por una actividad anormal, excesiva y repetida del funcionamiento eléctrico de distintos grupos de neuronas corticales de nuestro cerebro. Aunque puede surgir en cualquier momento de la vida de la persona, la mayoría de los más de 15.000 casos nuevos que aparecen cada año en España suelen producirse durante la infancia y la adolescencia.

El director de investigación del servicio de Neurorrehabilitación (NEURORHB) de los Hospitales Vithas Nisa en Valencia y Sevilla, el neurólogo Enrique Noé, ha explicado que la epilepsia «se asocia frecuentemente con alteraciones de sueño y, en numerosas ocasiones se ha observado que niños con epilepsia presentan dificultades a la hora de ir a dormir, una mayor incidencia en la fragmentación del sueño, parasomnias o somnolencia diurna».

«De hecho, si revisamos la literatura científica, la mayoría de los estudios realizados coinciden en que los niños con epilepsia sufren una mayor cantidad de problemas del sueño que sus hermanos o que controles sanos», ha apuntado.

INSOMNIO Y PARASOMNIAS
Uno de los trastornos asociados a la epilepsia infantil es el insomnio, que consiste en una disminución de la cantidad o calidad el sueño. El niño con insomnio puede tener dificultades para conciliar el sueño (insomnio inicial), pero también es frecuente que presente despertares durante la noche o despertares muy tempranos por la mañana, antes de lo esperado (insomnio terminal).

Los pequeños que padecen epilepsia también pueden sufrir parasomnias, fenómenos episódicos de diversa naturaleza que suelen aparecer en la primera parte de la noche, durante la fase de sueño no REM. Las parasomnias perturban el descanso nocturno y son más frecuentes en niños, aunque pueden persistir hasta la edad adulta, en la que tienen un mayor significado patológico.

Dentro de las parasomnias más comunes está el sonambulismo, que consiste en la repetición automática durante el sueño de conductas motoras típicas del periodo de vigilia. Se suele dar en niños entre los cuatro y los seis años y suele finalizar antes de la adolescencia. Entre algunos de los desencadenantes de este transtorno destaca un cansancio excesivo, una alta ansiedad e, incluso, por una falta de higiene del sueño.

Otra parasomnia frecuente son los terrores nocturnos, que también suelen iniciarse durante los cuatro o seis años y terminar a una edad algo menor a los cuadros de sonambulismo. Durante estos episodios se produce un despertar brusco acompañado de signos autonómicos (taquicardia, hiperventilación, sudoración) durante la fase de sueño lento profundo, sin que el niño sea consciente de tales despertares.

Del mismo modo, el bruxismo nocturno es un hábito no voluntario que hace que algunos niños, preferentemente durante la adolescencia, aprieten la mandíbula fuertemente o hagan rechinar los dientes durante el sueño, frotándolos o deslizándolos, sin ningún objetivo funcional.

Por otro lado, los menores pueden sufrir movimientos rítmicos relacionados con el sueño. Se trata de movimientos repetitivos que afectan a determinadas partes del cuerpo como la cabeza, el tronco, las extremidades o todo el cuerpo. Suelen aparecer al iniciar el sueño o en suelo superficial cuando el niño, habitualmente menores de cinco años, se está quedando dormido.

ENURESIS Y SOMNOLENCIA DIURNA
Asimismo, también se relaciona la epilepsia con la enuresis nocturna, una incontinencia urinaria (más de tres veces al mes) que afecta a los niños mayores de cinco años durante la noche.

Además, se puede sufrir somnolencia diurna, relacionado también con un sueño no reparador. Se define como la incapacidad para mantenerse despierto y alerta a lo largo del día con episodios de larga duración que provocan periodos involuntarios de somnolencia o sueño.

Aunque la epilepsia es una enfermedad crónica, los casos detectados en la infancia suelen tener mejor pronóstico que en adultos. Hasta un 70% de los casos de epilepsia infantil suelen controlarse a largo plazo, de manera que hasta en el 80% de estos casos no precisarán tratamiento farmacológico en la edad adulta.

Aun en los casos de epilepsia infantil que se prolongan en la edad adulta, se puede conseguir un adecuado control de las crisis en prácticamente tres de cada cuatro pacientes, «de ahí la importancia de un adecuado control y seguimiento», ha concluido el director de investigación de NEURORHB.

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Descubren un alzhéimer genético que afecta a millones de personas

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alzhéimer genético
Descubren alzhéimer genético que afecta a millones de personas-FREEPIK

El alzhéimer es una enfermedad neurológica compleja que provoca un deterioro progresivo en la memoria, el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), alrededor de 800.000 personas en España padecen esta enfermedad, y esta cifra sigue en aumento.

La posibilidad de predecir la enfermedad

Un estudio publicado en la revista Nature Medicine, liderado por el neurólogo Juan Fortea del Hospital Sant Pau de Barcelona, revela que es posible predecir si los pacientes desarrollarán alzhéimer en el futuro. Los investigadores analizaron miles de muestras cerebrales de personas fallecidas y realizaron pruebas en 10.000 pacientes para estudiar el efecto de tener dos copias del gen de la apolipoproteína 4 (APOE4).

Este gen es conocido por aumentar significativamente el riesgo genético de desarrollar alzhéimer, pero hasta ahora se desconocía su impacto exacto. Durante el estudio, se encontró que el 95% de los pacientes con esta variante genética mostraban marcadores biológicos tempranos relacionados con el alzhéimer, como la acumulación de proteína amiloide en el cerebro, y se pudo prever que comenzarían a padecer la enfermedad alrededor de los 65 años.

Un nuevo subtipo de alzhéimer

Según los investigadores, el APOE4 no solo es un factor de riesgo, sino una forma distinta de alzhéimer genético, similar al alzhéimer temprano y al asociado al síndrome de Down. Este tipo de alzhéimer es el más común entre la población, afectando a entre el 2% y el 3% de las personas caucásicas, lo que representa millones de individuos en todo el mundo.

El APOE4 contribuye al 15% de todos los casos de alzhéimer. «Normalmente, decimos que las causas de esta enfermedad son desconocidas, pero con este estudio podemos explicar ese 15% de los casos», explica Fortea en una entrevista para El País. El próximo paso para los investigadores es recopilar datos de miles de pacientes para determinar el riesgo exacto que enfrentan los portadores de esta variante de desarrollar alzhéimer.

Cambios en la comunicación médico-paciente

Hasta ahora, los médicos no podían comunicar con certeza a los pacientes si padecerían alzhéimer en el futuro, ya que «la práctica clínica no lo recomienda». Sin embargo, en casos donde se confirme que la enfermedad es genética y predispone casi al 100% a sufrirla, la forma de informar a los pacientes cambiará.

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