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El abuso de pornografía en adolescentes, germen para las agresiones sexuales

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Accesorios de cuero se exhiben en una feria erótica.EFE/Archivo

Castelló, 21 may (OFFICIAL PRESS-EFE).- El abuso y el uso cada vez más temprano de la pornografía y los modelos distorsionados de pareja y de relaciones que ofrece a la adolescencia puede ser una de las causas del aumento de violaciones grupales cometidas por menores de edad que han normalizado modelos de dominación y agresividad hacia las chicas.

Así lo explican a EFE los psicólogos valencianos Enric Valls y Nika Vázquez al hilo de la detención de cinco menores -que han quedado en libertad vigilada- por la supuesta agresión sexual, una de ellas grupal, que habrían sufrido dos niñas de 12 y 13 años en Burjassot (Valencia).

Pornografía adolescentes

El uso cada vez más temprano de las nuevas tecnologías, la visión distorsionada de las relaciones que ofrece el porno de consumo masivo, la falta de control parental sobre los contenidos a los que acceden los menores y la falta de autoestima y de empatía son factores que fomentan las conductas violentas en edades en las que se está formando todavía la personalidad y el conocimiento de lo que está bien o está mal.

Valls asegura que existen varios tipos de problemáticas asociadas a las tecnologías y al sexo, como el ciberacoso o «grooming» -cuando un adulto se hace pasar por un menor y pide contenido audiovisual sexual a un menor para después chantajearle- o el «sexting» -el intercambio de imágenes o vídeos de contenido sexual-.

Los jóvenes «se pasan fotos sin miramientos, sin ser conscientes de que eso va a quedar ahí para siempre y se da una hipernormalización de la sexualidad, en la que no todo vale», advierte este experto, sobre todo porque «no se corresponden con la edad con la que se están llevando a cabo».

«No se puede normalizar el uso de videojuegos violentos o sexuales» a edades tempranas porque «el niño se vuelve insensible» y lo ve como algo normal, añade.

Enric Valls atendió a un adolescente muy familiarizado con un juego violento, en el que mataba a otras personas, y le relató que una vez «observó un accidente brutal de moto pero no había sentido nada, estaba insensibilizado».

Con la pornografía ocurre lo mismo. Los adolescentes que la consumen se hacen una idea distorsionada de la pareja y las relaciones sexuales, indica el psicólogo.

Los vídeos más vistos en pornografía

En este sentido explica que dentro de la pornografía hay diferentes vertientes, pero los vídeos más vistos no son de una mujer y un hombre sino de «una mujer rodeada de muchos hombres, de tríos, de actos en los que se denigra a la mujer y se la utiliza como un trozo de carne».

Y como el adolescente no tiene todavía un criterio formado sobre lo que está bien o está mal, «ya le empieza a afectar».

Por su parte, Nika Vázquez señala que este consumo fomenta una relación con la sexualidad «que ni es sana ni es real», y valora un anuncio televisivo australiano en el que dos actores porno llamaban a la puerta de una casa; cuando una señora con bata les abría, le decían que necesitan hablar con su hijo, a quien le tenían que decir que los vídeos de ellos que veía en su ordenador no se corresponden con la realidad.

Este consumo de pornografía está asociado a «una sexualidad que nada tiene que ver con la realidad», según la psicóloga. Incluso, señala, tiene pacientes de más de 30 años «que dicen que si sus relaciones no son como en las películas, que si no agrede, humilla o agarra del pelo a su pareja, o si ésta no está operada con silicona, no disfruta la relación«.

Consumir este tipo de contenido hace que se normalicen patrones de dominación sobre la mujer, porque «es una máquina, no es real», tal y como ponen en práctica también en videojuegos. Se genera una «falta de empatía» motivada por la falta de conocimiento de un sexo por el otro.

Y entra en juego también la falta de autoestima, presente en una gran parte de los adolescentes, tanto en las chicas cuando piensan que lograrán aceptación «si te miran por la calle, si un chico se quiere acostar contigo», y en ellos, que no se dan cuenta de que «no necesitas humillar a nadie ni estar por encima de alguien» para ser respetado.

Esta baja autoestima en un grupo de chavales se «retroalimenta» porque «junto a sus amigos se sienten alguien, pero en solitario no son así, no se valoran», añade la psicóloga.

Ambos profesionales abogan por hablar, por aumentar la comunicación con los hijos adolescentes, para así naturalizar el sexo, entender qué es, para qué sirve o qué es el placer.

Hay que dar al adolescente «la oportunidad de expresarse» en una etapa de cambios físicos y psíquicos y «conectar con su mundo afectivo, mostrar interés, escucharle y ofrecer el hombro cuando lo necesite, sin agobiarle», recomiendan.

Rosabel Tavera

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Violación en grupo: agresores jóvenes, consumo de alcohol y ausencia de culpa

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Violación en grupo: agresores jóvenes, consumo de alcohol y ausencia de culpa
Un equipo de televisión trabaja, el pasado 19 de mayo, ante la comisaría de Zapadores de València donde los cinco menores detenidos por las supuestas agresiones sexuales que habrían sufrido dos niñas en la localidad valenciana de Burjassot han estado detenidos antes de prestar declaración ante la Fiscalía de Menores en la Ciudad de la Justicia de València, según han informado a EFE fuentes policiales. EFE/Ana Escobar/Archivo

Madrid, 26 may (EFE).- En los últimos días cuatro mujeres, dos de ellas menores de edad, han sido violadas en agresiones sexuales en grupo protagonizadas por chicos muy jóvenes que, según los expertos, comparten rasgos comunes: ausencia de culpa, consumo de alcohol y drogas y sin antecedentes delictivos.

Los casos de Burjassot (Valencia), Pulpí (Almería) y Vila-real (Castellón) han sorprendido por su dureza, coincidencia en el tiempo y por la corta edad tanto de agresores como de algunas de las víctimas.

Sin embargo, expertos consultados por Efe descartan un repunte de las agresiones sexuales en grupo y apuntan a una mayor sensibilización de la sociedad que, después del caso de los Sanfermines en 2016, muestra una menor tolerancia hacia este tipo de delitos que siempre han existido.

La profesora de la Universidad Pontificia Comillas y secretaria general de la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad (Fiadys), Meritxell Pérez, explica que las agresiones grupales suponen el 4 % de las violaciones cometidas por desconocidos de la víctima.

 

DIEZ AÑOS MÁS JÓVENES QUE LOS VIOLADORES QUE ACTÚAN SOLOS

En este tipo de agresiones -indica- los autores comparten ciertos rasgos que les diferencian de los violadores que actúan de forma independiente. Uno de ellos es la edad. «Lo que hemos visto es que las personas que agreden en grupo suelen ser bastante más jóvenes que los que agreden de forma individual, en torno a 10 años menos de media».

Además, es habitual el consumo de alcohol y drogas y que la agresión tenga lugar en un contexto de ocio. «El perfil de estos agresores es de mucha impulsividad, de falta de control de impulsos, son personas que no anticipan las consecuencias de sus acciones y están muy centradas en buscar sensaciones que les lleve a la excitación, el riesgo y la actividad sexual».

Además, a diferencia de quienes actúan de forma individual, estos agresores no suelen contar con antecedentes sexuales y muestran una ausencia de empatía hacia la víctima, además de no comprender que ella no quiera participar en el acto sexual.

«No conciben que lo que están haciendo sea un delito, porque para ellos es una forma de ocio, de pasarlo bien», y esto conecta en parte con el consumo de pornografía.

EL PAPEL DE LA PORNOGRAFÍA

«La pornografía les ha enseñado que las actividades sexuales en grupo son muy normales y creen que lo habitual es que la mujer quiera participar… Incluso creen que es una manera de que la chica se marque un tanto porque lo ha hecho con cinco hombres a la vez».

Para el doctor en psicología y profesor de la Universidad de Salamanca, Jesús de la Torre, el consumo de pornografía es un factor de riesgo más que se suma a otros, aunque considera que «no por ver porno van a querer reproducirlo en la vida real».

«Este tipo de delitos en grupo genera una despersonalización, que hace que los implicados no actúen como si fueran ellos mismos, sino que actúan como grupo y llevan a cabo acciones que de manera individual no harían», explica.

Basta con que una de las personas del grupo tenga un mayor empuje delictivo para que los demás actúen conforme a las reglas implícitas que se puedan establecer.

AGRESIONES SIN PLANIFICACIÓN Y COMO FUENTE DE DIVERSIÓN

En su investigación sobre por qué se cometen agresiones sexuales en grupo, de la Torre pone sobre la mesa las conclusiones de distintos trabajos que han evidenciado que estas agresiones apenas tienen planificación y comienzan como una fuente de diversión más que por motivos sexuales, se suelen enmarcar en las actividades que realiza el grupo en términos de autoestima y en ocasiones parecen ser una forma de entretenimiento.

Además, tras estos delitos los agresores buscan culpabilizar a las víctimas como forma de justificar el acto y negar el daño causado. La atribución de culpa es mayor cuanto menor es la resistencia de la víctima con el argumento de que si la mujer no se resiste o no se opone de manera eficaz es porque quiere tener esa relación sexual.

Ambos expertos coinciden en la importancia de una educación afectivo-sexual que enseñe a los jóvenes cómo relacionarse con el otro, la cuestión del consentimiento o el papel que juega la pareja en la relación sexual. «¿Es un mero objeto sexual o es alguien con quien comparto un acto muy íntimo?».

AUMENTO DE DELITOS CON VÍCTIMAS MENORES DE EDAD

Esta misma semana, los presidentes de los tribunales superiores de Justicia, reunidos en Vigo, han mostrado su «enorme preocupación» ante el aumento de delitos de naturaleza sexual en los que las víctimas son menores de edad, también dentro de su propio entorno familiar.

Las últimas estadísticas del Ministerio del Interior se refieren a 2020, el año clave de la pandemia, cuando se registraron 13.174 delitos contra la libertad sexual (un 14 % menos que el año previo).

En 415 de ellos, hubo dos o más agresores. El año previo se había registrado 483 delitos sexuales cometidos en grupo.

Marta Ostiz

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