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’19 de mayo … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea

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forteaJosé Luis Fortea

……. Corría el año de 1940, de una España que acababa de salir apenas hacía uno, de una guerra civil, con todo lo que aquello conllevaba, de una época de carestía y hambre, de necesidades, de reconstrucción económica y también de reparación social, de aquella España dividida, de un periodo conocido como el de la posguerra española en donde escaseaban lo productos básicos y de primera necesidad.

Consecuencia directa de esta escasez, había sido la implantación desde el mes de mayo de 1939 del denominado “racionamiento”, medida esta aplicada para poder tener acceso sobre aquellos bienes exiguos, procediéndose a su distribución en cantidades estrictamente delimitadas, detallándose las entregas recogidas en una especie de cartilla.

Es en este contexto cuando el padre de la familia Prades Santamaría de la localidad castellonense de Bejís decide enviar a su hija pequeña, Pilar, de doce años de edad, a la ciudad de Valencia, en busca de alguna oportunidad que pudiera surgirle a la niña y con su ayuda económica, paliar las estrecheces familiares de aquel matrimonio y sus cuatro hijos. Una medida, que al igual que la familia Prades, harían durante aquella misma época otras quinientas mil familias de aquella España rural que decidieron enviar a sus hijas a las grandes urbes.

Pocas oportunidades parecía no obstante ofrecer aquella gran capital para una niña que no sabía ni leer ni escribir, circunscribiéndose aquellas al duro oficio de empleada doméstica, donde iría aprendiendo, con los años, las tareas propias del hogar, que en aquel periodo se conocía como de las tres ciencias; la culinaria, la de confección y de economía doméstica, en las que llegaría a desenvolverse con verdadera destreza.

Como trabajadora era muy abnegada, servicial y cumplidora, con ganas de hacer bien las cosas, características estas que le conferían siempre nuevas oportunidades de trabajo en hogares que necesitaban de alguien que les ayudase en las siempre ingratas tareas domésticas, aunque su carácter algo tímido y retraído sin embargo no la ayudaron mucho a congeniar con los miembros de las familias donde era ocupada.

Su suerte sin embargo pareció cambiar, cuando en 1954, a sus veintiséis años, entró a trabajar en el domicilio de la familia formada por Enrique Vilanova y Adela Pascual Camps, un matrimonio sin hijos, de la calle Sagunto, donde disponían además de un pequeño negocio familiar que regentaban juntos, una pequeña charcutería, por lo que el trabajo en aquella vivienda, con muchas horas disponibles para organizarse libremente, le conferiría cierta autonomía y momentos en los que incluso podía bajar a ayudar a doña Adela y don Enrique a despachar desde el mostrador de la mencionada chacinería.

Aquel destino por fin le dió a Pilar la estabilidad que buscaba desde hacía catorce años, harta de ir de casa en casa, de familia en familia, de hogar en hogar, sin acabar de encontrar ese raigambre que le confiriera cierto equilibrio, seguridad y felicidad. Y allí parecía haberlo encontrado, y quien sabe que es lo que acabaría pasando por la mente de aquella joven, de veintiséis años, que concluiría por definir a la señora de la casa, más como el obstáculo, que se acababa de interponer en el camino de su felicidad definitiva, que en el medio para alcanzar la misma.

De esta manera, pensando que sin la señora de la casa su vida mejoraría, decidió acabar con ella, para lo cual y de una manera sistemática, fue echándole en sus infusiones habituales “diluvión”, un producto utilizado para combatir las plagas de hormigas, que podía ser adquirido en cualquier droguería, compuesto de arsénico, altamente tóxico y venenoso, y melaza, que le confería ese sabor dulzón ideal para su cometido en la mezcolanza de los bebedizos de su señora.

El 11 de mayo Adela enfermó gravemente, de lo que en un principio fue diagnosticado por su desconcertante sintomatología como de un proceso gripal, falleciendo como consecuencia de este, ocho días más tarde, un 19 de mayo de 1955, como hoy, de hace sesenta y dos años (un día 19 de mayo que cuatro años después volverá a ser protagonista en la vida de Pilar).

La muerte de su esposa supuso un duro revés para el aquel charcutero, que acabaría por romper con los sueños de aquella envenenadora cuando decidió, cerrar el negocio y vender los inmuebles para alejándose de allí, acabar regresando al pueblo, en una decisión que dejaría a Pilar sin ese nuevo posicionamiento que creyó conseguir con aquel fallecimiento.

Su amiga Aurelia Sanz Hernanz, una de las pocas amistades con quien solía pasar Pilar sus tardes de asueto, la recomendó para trabajar en la casa donde ella había sido contratada para ocuparse de la cocina, del hogar perteneciente al matrimonio de Manuel Berenguer Terraza, de profesión médico militar y su mujer Carmen Cid Dumas, de la calle Isabel La Católica.

Al parecer la buena relación de la que ambas amigas disfrutaban se vio alterada, cierta tarde, cuando conocieron a un joven por el que las dos mostraron interés y disposición y que por lo visto, aquel acabó por dedicarle mayor atención a Aurelia provocando en Pilar un poderoso sentimiento de animosidad.

No tardaría aquella joven en presentar los mismos síntomas que la fallecida Adela Pascual, determinando el doctor Berenguer, en previsión, su ingreso en un hospital y de esta forma poder determinar las circunstancias y posibles causas de aquellos extraños males que se tornarían en verdaderas sospechas cuando comenzaron a darse en su propia esposa.

El doctor mandó realizar a ambas pacientes, Aurelia Sanz y Carmen Cid las pruebas necesarias para determinar la presencia de algún elemento tóxico o ponzoñoso, siendo los resultados de estos concluyentes, detectándose altas dosis de arsénico.

Poniéndose en contacto con el viudo de la fallecida, donde Pilar había trabajado, y tras comprobar que aquella sufrió los mismos síntomas, fue interpuesta en la comisaría de Ruzafa la pertinente denuncia, en virtud de la que de la misma forma se procedió a la exhumación del cadáver de doña Adela, que acabaría dando positivo, tras los análisis efectuados, de la mencionada sustancia ponzoñosa.

Tras el juicio Pilar Prades Santamaría fue condenada a la pena capital por el asesinato de doña Adela Pascual Camps, y a sendas penas de 20 años de prisión, cada una por el intento de homicidio de doña Aurelia Sanz Hernanz y doña Carmen Cid Dumas.

El verdugo y ejecutor, el extremeño de Badajoz, don Antonio López Sierra, a quien alguien viéndole cierto aire parecido al de un búho le había puesto el sobrenombre de “el Corujo”, descubriendo que el ejecutado iba a ser una mujer se niega en principio a realizar esta, siendo necesario la ingesta de alcohol para poder proceder a la misma.

Y entonces, sucedió que a las siete de la mañana de aquel martes día 19 de mayo de 1959, a los treinta y un años de edad, Pilar Prades Santamaría, la envenenadora de Valencia, moría ejecutada por el sistema del garrote vil, siendo de esta forma, la última mujer en morir ejecutada de esta forma.

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Deportes

Valencia-Alavés| Javi López sella la permanencia del Alavés y aleja al Valencia de Europa (0-1)

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Valencia-Alavés
El delantero del Valencia, Peter Federico, se lamenta de una ocasión fallada durante el encuentro correspondiente a la jornada 34 de Primera División que disputaron Valencia y Alavés en el estadio de Mestalla, en Valencia. EFE / Kai Forsterling.

Valencia, 5 may (OFFICIAL PRESS-EFE).- Javi López selló este domingo la permanencia del Alavés en Mestalla con un zurdazo que aleja al Valencia de Europa tras un partido malo y sin ritmo en el que perdió por lesión a Jaume Doménech y vio anulado un gol de Diego López por fuera de juego posicional de Peter Federico.

El Valencia no pudo seguir este domingo la estela de Europa y encadena tres derrotas consecutivas que le alejan en cinco puntos de la séptima plaza, mientras que el Alavés, que llegaba a Mestalla crecido con dos triunfos consecutivos, se impuso para lograr el objetivo de la permanencia en la temporada de su vuelta a Primera División.

El partido comenzó agitado y accidentado. Diego López falló una ocasión clarísima después de un buen pase de Peter Federico y un remate de Kike se estrelló en el palo local cuando solo habían pasado siete minutos de juego tras un inicio en el que en el que Jaume Doménech perdió la bota por una falta del propio Kike tras una salida comprometida.

El desorden y las imprecisiones marcaron un duelo sin dominador en el que imperaban los balones largos y los contraataques rápidos que se quedaban en nada. El Valencia lo intentaba por la izquierda con unos poco acertados Almeida y Diego López, mientras que el Alavés, con amarillas para Antonio Blanco y Tenaglia, centraba todo su ataque en un Kike muy incisivo.

Cumplida la media hora de juego, Jaume Doménech, que sintió molestias aparentemente en la zona del cuádriceps tras una acción con Kike, pidió el cambio entre lágrimas y cedió el brazalete a Cristian Rivero, que debutó en Liga con el club blanquinegro y lo hizo como capitán.

Rivero, que llevaba más de tres años sin jugar un partido oficial, blocó el primer balón que le llegó y la primera mitad se acabó sin ocasiones claras más allá de una buena acción defensiva de Gorosabel para cortar un balón filtrado de Almeida para Diego López.

La segunda parte comenzó de igual manera que la primera, con una ocasión clara que el Valencia desperdició. El juego se reanudó con la entrada de Sergi Canós por Almeida, que tuvo nada más salir un chut que se estrelló en el palo, pero el partido volvió a caer otra vez en un ritmo tedioso.

Peter Federico lo intentaba con todo, pero el Alavés, que también sufrió la lesión de Gorosabel, aguantaba sólido en defensa ante un Valencia lejos de su mejor versión que no encontraba a Hugo Duro y que comenzó a venirse abajo al sentir Europa lejos.

Poco a poco el Alavés se seníió más cómodo, cada vez se aproximaba más a la meta de Rivero y llegó la recompensa. Tras un córner botado por Carlos Vicente, Javi López apareció desde atrás para poner el 0-1 con un zurdazo raso (m.68) que fue igualado seis minutos después por Diego López, pero su gol fue anulado por fuera de juego posicional de Peter Federico.

El Valencia lo intentó con todo, pero no fue capaz de sacar el nivel demostrado en toda la competición liguera ante un Alavés que supo aguantar ordenado delante de Sivera, que fue solvente en las pocas acciones de peligro que creó el Valencia en el tramo final.

Ficha técnica del Valencia-Alavés:

0 – Valencia: Jaume Doménech (Rivero, m.34); Thierry (Foulquier, m.76), Mosquera, Yarek, Jesús Vázquez (Cenk, m.66); Peter Federico (Yaremchuk, m.76), Pepelu, Javi Guerra, Diego López; André Almeida (Canós, m.46), Hugo Duro.

1 – Alavés: Sivera; Gorosabel (Rafa Marín, m.54), Tenaglia, Abqar, Javi López; Benavídez, Blanco (Guevara, m.72), Guridi (Sola, m.89); Giuliano, Carlos Vicente (Luis Rioja, m.89) y Kike (Samu, m.72).

Goles: 0-1, m.68: Javi López.

Árbitro: Melero López (Comité andaluz). Amonestó a Hugo Duro por parte de los visitantes y a Blanco, Tengalia y Samu por parte de los visitantes.

Incidencias: Partido de la trigésimo cuarta jornada de la Liga EA Sports disputado en el Estadio de Mestalla ante 44.633 espectadores. Los seis jugadores del Valencia recientemente campeones de España con la selección de la Comunidad Valenciana sub14 salieron al terreno de juego y el capitán, Vicent Ferrer, realizó el saque de honor.

Paula Lerín

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