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Salud y Bienestar

Hormigueo y color blanquecino en los dedos son síntomas de problemas en los pies

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10 tips para cuidar los pies en verano

VALÈNCIA, 18 Dic. (EUROPA PRESS)- Sentir hormigueo en los dedos y detectar un color blanquecino en invierno en los pies pueden asociarse simplemente al frío y, sin embargo, pueden ser síntomas de problemas de salud en los pies, como una expresión de la enfermedad de Raynaud, según ha advertido este martes el Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV).

Por ello, el ICOPCV ha informado de que en invierno es esencial un «cuidado exhaustivo» de los pies y realizar una revisión por un podólogo para garantizar su correcto estado de salud.

Al respecto, la presidenta del ICOPCV, Maite García, ha explicado que la enfermedad de Raynaud se caracteriza precisamente, por un cambio de color en los dedos que pueden parecer más blanquecinos o amoratados y hormigueo en los dedos.

Se trata de una patología de los vasos sanguíneos que se produce por una vasoconstricción de los mismos. Debido a que se estrecha el diámetro de los vasos sanguíneos, en las zonas distales de los dedos, tanto de manos como de pies, no llega bien la sangre y puede producir dolor. Además, ésta se agrava con el frío porque incrementa también la disminución del calibre de los vasos sanguíneos por contracción de las fibras musculares.

Para evitarlo, se recomienda hacer ejercicios que faciliten la circulación de la sangre, frotar los dedos para activarla y utilizar calcetines de lana que ofrezcan un calor natural a los pies e impriman la calidez que necesitan los dedos.

En el caso de los pacientes diabéticos, ha advertido de que esta enfermedad puede ser «especialmente grave» porque como éstos suelen padecer neuropatías periféricas, que dan lugar a una disminución de la sensibilidad en los pies, pueden provocar úlceras que tardan más en curar por las deficiencias circulatorias que tienen estos pacientes y pueden llegar a causar amputaciones de dedos.

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Salud y Bienestar

¿Cómo comemos los valencianos? Esta es la alerta de los nutricionistas

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Nutricionistas alertan mala alimentación niños

Los niños y adolescentes son el segmento de población que peor se alimenta en la Comunitat Valenciana, a causa de la falta de tiempo para cocinar de las familias, la ausencia de menús planificados, las carencias en educación alimentaria y el consumo excesivo de productos ultraprocesados.

Así lo refleja el tercer informe ‘¿Cómo comemos en la Comunitat Valenciana?‘, elaborado por el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana, que también expone que 9 de cada 10 pacientes que solicitan cita por primera vez con un dietista-nutricionista lo hacen por problemas de exceso de masa grasa.

El informe, que se elabora de manera bienal, concluye que los dietistas-nutricionistas otorgan un 6 sobre 10 a la alimentación de la población valenciana, lo que supone una mejora de 3 puntos con respecto con respecto a hace dos años.

Asimismo, ha detectado un cambio de tendencia entre los 31 y 45 años, en el que se percibe mayor adherencia a los hábitos de alimentación saludable, mientras que quienes mejor se alimentan son los mayores de 45 años.

El presidente del CODiNuCoVa, Luis Cabañas, ha explicado que han aumentado los casos de obesidad y sobrepeso entre los pacientes que acuden al nutricionista en la Comunitat Valenciana, donde el exceso de peso continúa representando uno de los principales problemas de salud pública, pues 1 de cada 2 personas adultas la padecen.

En el caso de la población de 5 a 14 años, el estudio muestra que «el 23 % de los menores valencianos padecen de exceso de peso», una tendencia al alza cada vez más visible que constituye un problema del presente y del futuro: un niño con problemas de exceso de peso hoy es un adulto con una patología el día de mañana.

Aunque el perfil mayoritario de los pacientes que acude a consultas de nutrición son mujeres, ha habido un aumento significativo de hombres, en la mayoría de los casos para mejorar su alimentación relacionada con la práctica deportiva, por ejemplo para ganar masa muscular o para complementar el deporte con una correcta alimentación.

Pero al igual que hace dos años, el estudio refleja que la población infantojuvenil es la que peor come. Las comidas menos saludables entre los menores de 18 años son el desayuno y la merienda, cuando se consumen productos «con alta cantidad de azúcar, sal o grasas de mala calidad».

«Los más pequeños de la casa han superado la ingesta de azúcar recomendada para un día sólo con el desayuno», explica la nutricionista María Alonso, que indica que ha aumentado en esta etapa la presencia de bollería y ultraprocesados, y siguen importantes carencias en consumo de fruta, verduras y hortalizas, legumbres y pescado.

Sin embargo, los valencianos y valencianas a partir de 30 años han experimentado un cambio en sus hábitos saludables respecto al informe de hace dos años. Son la edad más frecuente en consulta y no para pesar más o menos, sino buscan un cambio en su estilo de vida y en su dieta para hacerla más saludable y encontrarse mejor.

De esta forma, en la etapa de los 31 a 45 años cobran más protagonismo alimentos como las verduras y hortalizas o la carne, desaparece prácticamente el consumo de alimentos ultraprocesados y comida basura, y empiezan a optar más por alimentos frescos.

Este cambio se debe a que es una generación abierta al cambio de hábitos, con una franja de edad en la que empiezan a aparecer patologías típicas de edades mayores y la preocupación provoca un cambio en los estilos de vida, sumado al reconocimiento de la figura del dietista-nutricionista.

Quienes mejor se alimentan son los mayores de 45, pues a partir de esa edad hay un aumento en el consumo de alimentos frescos, muy relacionado con más poder adquisitivo: carne, pescado, frutas, verduras y hortalizas, con una alimentación más variada y equilibrada.

En mayores de 60 años empieza a pesar la soledad, los cambios de ritmo vitales o el cansancio y la falta de interés por cocinar, mientras que entre la población mayor de 75 años las limitaciones físicas y la falta de memoria puede derivar en una peor alimentación.

 

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