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Fallas

¿Qué son las #Fallas de Valencia para usted? por @pacovillena2015

Publicado

en

Francisco Villena

Les quiero confesar que es la primera vez que escribo un artículo sobre las Fallas. Disculpen mi atrevimiento y muy agradecido si, ya sabiéndolo, continúan leyendo. También les quiero decir que amo a las Fallas desde que tengo uso de razón. Nunca he sido «oficialmente» fallero. Soy simplemente un valenciano no fallero pero enamorado de las Fallas, que los hay. Recuerdo que con doce o trece años mi amigo Soler y yo, «cosa de xiquets», con la revista «El Turista Fallero» bajo el brazo, nos recorrimos todas las fallas de Valencia de cruces para dentro, de todas las categorías, y las puntuábamos para luego comprobar si coincidían nuestros premios con los del jurado oficial. Lo hice tan sólo aquel año, acabé las Fallas reventado y ya no quise repetir la experiencia, pero mi amigo, que hoy es catedrático de Biología, continuó su maratón fallero algunos años más, desmenuzando los monumentos, como a sus ratones de laboratorio, para encontrar, supongo, la esencia de la vida en los «ninots» o algo parecido.

Para un valenciano amante de las fallas es difícil escribir con frialdad crítica sobre el universo fallero. ¿Acaso un enamorado reconoce los evidentes defectos de su amada?. El amor es ciego, dicen. En cambio, es muy fácil para un valenciano, cuando habla de las fallas, caer en la sensiblería, en el tópico, en el almibarado elogio hacia nuestra gran fiesta. No abunda la literatura fallera aunque de las fallas se haya escrito muchísimo. Como es lógico, cada cual puede escoger las lecturas que quiera, pero si aún están leyendo mi artículo me permito aconsejarles que lean o relean a Josep Bernat i Baldoví ( Sueca, 1809-1864) poeta y autor de sainetes, como el célebre » El Virgo de Vicenteta» llevado al cine y autor del primer «llibret de falles» que costaba entonces «un quinset». Bernat encarna en su obra la sátira, la burla, y la escenografía teatral más lograda de la indefinible «coentor valenciana» tan presente en las fallas. Por supuesto que hay que leer a don Vicente, a Vicente Blasco Ibáñez (Valencia 1867-Menton, Francia 1928) que conocía Valencia, lo valenciano y las Fallas por todos sus poros. De Blasco hay que leerlo todo, pero en su » Arroz y Tartana» describe especialmente el sentir fallero mejor que nadie lo ha hecho hasta ahora en literatura. Y, por último, les recomiendo a otro suecano, a Joan Fuster (Sueca 1922-1992), sus artículos falleros en los diarios Levante y Jornada de Valencia y en las revistas «Festividades» también de Valencia y en «Foc i flama» de Gandia están recogidos en su libro «Combustible per a falles». Fuster, para el que las Fallas eran «un espectáculo humano fuera de serie» y «el fenómeno más importante de la vida colectiva de Valencia» se acercó a nuestra fiesta como observador, con espíritu crítico pero también elogioso y escribió sus artículos en plena censura franquista de principios de los sesenta, conviene tenerlo siempre en cuenta.

Escribir o hablar sobre las fallas exige previamente saber a quién diriges tus palabras, ¿a los valencianos del «cap i casal», a los valencianos de Orihuela o Utiel por ejemplo, a los falleros, «als forasters»…?. No es lo mismo. A los turistas les empezaría a hablar de las hogueras que las tribus del levante Mediterráneo encendían al llegar la primavera, después continuaría con los aprendices de las carpinterías del barrio del Carmen que, en el siglo XIX, la víspera de «Sant Josep» recogían trastos viejos por las casas y las virutas de sus talleres y les prendían fuego, y cómo los vecinos del barrio hicieron también suya su fiesta gremial. Porque una «falla» es una hoguera en valenciano. Les hablaría de la «estoreta velleta» y de los «ninots», de la sátira, de nuestra pasión por la pólvora y la música que nos legaron los musulmanes de la «Valencia mora», de los artistas falleros, de los buñuelos con chocolate y de la horchata de Alboraia, de las paella, de la ofrenda de flores a «La Cheperudeta», de la hermosura de las falleras con sus trajes de seda, sus moños, aderezos y peinetas que recuerdan tanto a los de nuestra Dama de Elche que vive ahora en Madrit. Y así, dale que te pego, hasta agotarlos o hasta que me invitaran a una «serveseta» para que me callara un poco. Y, entre trago y trago de cerveza esperando la hora de la «mascletá» también estaría obligado a responderles, con cierta irritación mal disimulada, a la eterna, tópica y típica pregunta de siempre de «els forasters»: ¿Por qué queman ustedes estas obras de arte y con los millones que valen?. Pues mire, es muy sencillo responderle, porque llevamos doscientos años haciéndolas a cientos cada año y ya no nos cabrían en ningún sitio si no las quemásemos, además, para su tranquilidad, indultamos a un «ninot» cada año de recuerdo. Además, las fallas son también una industria que genera más ingresos que gastos y, por último, las fallas nacieron para quemarlas, para regenerarnos como pueblo. Al quemar la falla es como si también quemáramos nuestros vicios y defectos. Los valencianos quemamos la falla y lo que representa que para nosotros es aún más importante que la falla. Si no siendo valenciano me ha entendido, aunque no siempre todos los valencianos pensamos igual, es que usted es una persona muy inteligente.

En cambio, para qué hablarles de las fallas a los falleros si se las conocen al dedillo. No obstante, a los falleros les diría, por decirles algo, que son unos fenómenos. Que gracias a ellos este «invento» permanece vivo. Que sabemos que con la crisis muchas comisiones de falla han tenido que hacer milagros para sobrevivir. Que muchas fallas no les cobran la cuota a los falleros en paro. Que sé que les dan unas migajas de ayudas públicas siendo que generan millones de euros de beneficios para la ciudad y para la industria turística. Que tiene mucho mérito estar todo el año dándole vueltas a la cabeza y con imaginación para conseguir recursos, para abaratar costes, para captar nuevos falleros y falleras a la causa. Que me fascinan sus trajes. Que les admiro. Y les diría también que creo que deberían estar más unidos y ser más reivindicativos pues tienen toda la razón del mundo en sus exigencias. Y dicho todo esto, les diría, con todo cariño, que creo que existen demasiadas «carpas» en las calles, que quizá deberían agruparse las fallas en sus barrios para fortalecerse y ser mejores, que me parece que dedican demasiado tiempo a la ofrenda a la Virgen de los Desamparados que, aunque es una maravilla de colores, de belleza y de sentimientos, el patrón de la fiesta y por lo que nació es Sant Josep y no la Virgen, que se acuerden más de su marido, el buen carpintero de Nazaret. Por último, les diría que se esmeren un poco más en la sátira de los monumentos, que no siempre tienen el ingenio y gracia que los valencianos reconocemos al instante. Pero que hagan lo que quieran, que nunca les estaremos bastante agradecidos a los falleros los valencianos no falleros. «Agraït i a manar que tot es falla» !
Los «problemas existenciales e identitarios» vienen cuando hablamos o discutimos de las Fallas como si se tratase de una corriente filosófica o de una ideología a caballo entre tres siglos. Las Fallas de Valencia no tienen ideología pero hay muchas ideologías vertidas en ellas. No es lo mismo hablar de fallas con valencianos de la capital que con los valencianos de muchas otras poblaciones de la Comunidad que también tienen sus fallas, por contagio e imitación de las de Valencia, pero que tienen su propia personalidad diferenciada. Las Fallas no son Valencia, pero casi. Las Fallas son ingenio, artistas, sátira, humor, color, pólvora, belleza. Una fiesta intergeneracional, familiar incluso, de mucha calle, de mucho andar. Son música, como la de otro gran suecano, el Maestro José Serrano, compositor de nuestro himno y del pasadoble «El fallero». Y son, sobre todo, fuego. Nacieron para ser quemadas y si no hay «cremá» no hay fallas. El valenciano es el pueblo del «pensat i fet», un pueblo que es capaz de improvisar sobre la marcha y hacer una obra de arte en un momento o llevar a cabo un gran proyecto con una rapidez y esmero que a otros pueblos les resultaría imposible. A eso no nos gana nadie, aunque no paren desde dentro y, sobre todo, desde fuera, de ponernos zancadillas. El valenciano en las fallas, y sólo por unos días, se ríe de sí mismo y de los demás, de su propia «coentor», de los que «bufen en caldo gelat». Por unos días y sólo en Fallas, pues el valenciano no acostumbra a hacer autocrítica el resto del año. Sin embargo, en Fallas el valenciano se transforma, «es creix», se convierte en transgresor, critica y se critica, se burla de casi todo, como nunca, y luego se autoinmola, figuradamente, en el fuego «purificador» de la falla de su calle. Y, al día siguiente, con las calles sorprendentemente limpias desde la madrugada, otro hecho diferencial, «de bon matí a treballar, el que hui tinga treball, i al any que ve més Falles».

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Fallas

GALERÍA| Los trajes de Maria Estela Arlandis, Fallera Mayor de Valencia 2024

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trajes Maria Estela Arlandis
Foto: José Espolín

Hacemos un repaso de los trajes de María Estela Arlandis como Fallera Mayor de Valencia 2024. Las mujeres que ostentan este cargo son una representación mundial de la fiesta en todos los sentidos y es por ello que cuidan con mimo cada gesto, detalle e indumentaria.

Así lo ha demostrado María Estela Arlandis, a través de los numerosos trajes que ha estrenado y lucido desde su nombramiento como Fallera Mayor de Valencia el pasado mes de octubre.

Los trajes de María Estela Arlandis Ferrando:

Madreperla

Se descubría al mundo el secreto mejor guardado y María Estela sorprendió con el Madreperla para el espolín oficial de su Exaltación como máxima representante del mundo fallero infantil y tejido por Garín.

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Imágenes: JCF

Un ‘Santa Catalina’ de color castaña, el segundo traje oficial de María Estela Arlandis

El segundo traje oficial lo lucía para la exaltación de su compañera de reinado, Marina García Arribas, Fallera Mayor Infantil  de Valencia. Marián Indumentaria Valenciana ha sido la encargada de confeccionar los segundos trajes de la Fallera Mayor de Valencia y su Corte de Honor

Verde musgo para su proclamación

Este traje del siglo XVIII lo estrenó para la presentación de esbozos de la agrupación Quatre Carreres. Para ella este traje siempre ha sido muy especial porque el color verde ha sido importante en su casa. El traje de su madre era verde y el de infantil de la madre también. Cuando vio ese verde le enamoró y vio el sentido del significado del color verde y su familia.

Un traje especial para su regreso a Quatre Carreres

Un ‘guiño’ especial en cuanto a su indumentaria valenciana se refiere. Es de uno de los vestidos que lució en 2010 como Fallera Mayor Infantil de su falla y que ha querido ‘rescatar y darle una nueva forma’ para este año y acto tan simbólico.

Maria Estela Arlandis traje Lyon Quatre Carreres

Imagen: JCF/Familia Arlandis-Ferrando

El geranio ‘Imperium’

Es un dibujo de la colección privada de Eduardo Cervera, inspirado en una tela antigua que solía emplearse para ornamentación en palacios imperiales, y tejida por Vives y Marí. Una seda estrecha de damasco, con un fondo geranio tramado en hilo de seda en un verde musgo.

El Carpio de María Estela Arlandis

Eduardo Cervera, detalla sobre este traje en realidad «es una tapicería italiana de seda dado que en países como Italia o Rusia se utilizan estas sedas como alta gama de tapicerías».

Un traje que Cervera confeccionó al estilo del siglo XVIII y combinando manteletas de Hijas de Carmen Esteve, bordadas en oro viejo sobre batista de algodón.

El traje ‘Marineta’

Se trata de una seda estrecha tejida en los telares de Vives y Marí, en color ciruela, con el dibujo que lleva por nombre ‘Marineta’.

El exclusivo traje de María Estela Arlandis en ‘Una festa per a Tots’

Se trata una seda estrecha en color azul porcelana tejida en los telares de Vives y Marí. Luce un dibujo de la colección propia de Eduardo Cervera que lleva por nombre ‘Antoinette’. El dibujo está extraído de una casulla antigua, una pieza de principios del siglo XIX. Todos los colores del traje buscan realizar un engamado de colores cálidos que van desde el granate más oscuro, al salmón más clarito.

Toledo en negro

Seda negra doble de ancho, tejida por Compañía de la Seda el fondo es color negro y combinan las flores en tonos empolvados rosas y azules, como diferencia significativa han arriesgado con ramas en color marrón, normalmente se suelen elegir tonos verdes, este detalle hace destacar más el metal oro que se ha escogido.

Rosa para la entrada de bandas

Confeccionado por Enrique Cortés  una seda de Compañia Valenciana de la Seda y aderezo de Art Antic ha completado su indumentaria con estas bonitas de manteletas de Artesanía Viana bordadas en batista beige en oro envejecido con dibujo tradicional. En ella destaca el canto que va con orilla doblada y rematado con entredos.

 

Imagen: Fotofilmax

«El Clavel», un dibujo nuevo y exclusivo para María Estela Arlandis

El tejido es un dibujo exclusivo, de la colección privada de Edu Cervera,  está sacado de una capa pluvial antigua, de finales del siglo XVIII, que ha reproducido Compañía Valenciana de la Seda en seda estrecha.

Imágenes: JCF y Toni Cortés

 

Un espectacular «San Felipe» en color petróleo

Este especial brocatel de Compañía Valenciana de la Seda, está tejido en seda estrecha,  y ha sido tintado en un color exclusivo para ella, en tono petróleo con metal champange. Para el corpiño, María Estela se ha decantado por un damasco de seda al tono del traje con un puño vuelto abotonado en metal.

Imágenes: Toni Cortés

Amarillo doré

Se trata de una seda estrecha de nombre Carpí, en color amarillo doré, con tramas de oro envejecido y colores empolvados, una tela de Compañía Valenciana de la Seda.

Imágenes: JCF y Tamayo Fotografía

Color ámbar para la inauguración de la Exposición del Ninot

La tela con la que se ha confeccionado el vestido en tono ámbar, es el dibujo L’Horta, de la colección exclusiva de su indumentarista,  Eduardo Cervera.

Imágenes: JCF y Toni Cortés

Un traje ‘Azucena’ marengo, regalo del Gremio de Sastres y Modistas a María Estela Arlandis

Se trata de un traje de valenciana de finales del s. XIX y principios del s. XX, con mangas de farol. La tela es un brocatel de seda estrecha y el dibujo “Azucena” tejido por Compañía Valenciana de la Seda.

 

 

Traje ‘Clarita’ para el 1 de Marzo

El tejido que se trata de una seda en tafetán, concretamente es el dibujo Clarita en color papaya y trama en color crudo de Compañía Valenciana de la seda.

Espolín San Rafael para la Crida de María Estela Arlandis

María Estela Arlandis ha estrenado este precioso espolín San Rafael en color garnet con 24 tramas de color y 3 metales tejido por Compañía Valencia de la seda.

 

El traje para las Fuerzas Armadas

Para esta ocasión, la Fallera Mayor depositó toda su confianza en Eduardo Cervera, eligiendo un dibujo de su colección privada, en concreto el dibujo «Gran Gala» en azul infante, tejido en seda estrecha por Vives i Marí.

María Estela Arlandis en el Día de la Mujer

El tejido es  de sedica en color arena y para el el colorido se ha seleccionado en tonos rosas, que representa la floración y el renacer de todas esas mujeres que florecen  día a día, que son trabajadoras y luchan por salir adelante de manera independiente.

El nombre de este dibujo en homenaje a la madre de María Estela, bautizando con su apellido «Ferrando», en honor a Inma.

Quien conoce a Inma la definen como una mujer admirable por ser trabajadora, una madre dedicada en cuerpo y alma a sus hijos,  y una luchadora por su vida y en salir adelante en momentos difíciles que le puso la vida, pero que Inma pudo en aquel 2013 con todo ello.

Imágenes: JCF

Azul Atlantis

Traje de @eduardo_cervera.v con un dibujo de nombre “El Fallero”  En seda 100% color Atlántis. Dibujo sacado de una casulla antigua del siglo XIX.

Imágen: Boro Peiró

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