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Serrat se despide en Valencia

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Serrat se despide en Valencia
El cantante Joan Manuel Serrat, durante el concierto de su gira de despedida ofrecido este jueves en la plaza de toros de Valencia. EFE/Biel Aliño

València, 1 jul (OFFICIAL PRESS/EFE).- Con la experiencia como orgullo, la cultura como hedonismo y el saber como premio, Joan Manuel Serrat ha ofrecido esta noche la primera parte de su última clase magistral en València sobre los escenarios, pletórico en su oficio, pleno en su repertorio y con Rozalén como invitada por sorpresa para su fiesta.

Los asistentes pudieron disfrutar de Joan Manuel Serrat en la plaza de Toros de Valencia durante dos horas y media. El concierto tenía una duración aproximada de 90 minutos, pero el cantautor catalán deleitó con una hora más. Quizá porque era la gira de despedida y todos los allí presentes, incluido él, conscientes de que sería la última vez encima de un escenario.

Serrat se despide en Valencia

En una plaza de toros con todas las entradas agotadas desde diciembre -este viernes será el segundo concierto valenciano de su larga gira de despedida, también con todo vendido-, con un público totalmente entregado, una temperatura veraniega y un ambiente propicio para la complicidad musical y vital, Serrat llegó, bromeó, reflexionó y sobre todo cantó historias durante 135 minutos.

A sus 78 años, el artista catalán ha hecho un repaso a través de veinticuatro canciones de su inmenso y reverenciado repertorio (44 discos y más de 600 temas a lo largo de 57 años sobre las tablas) pero dejando claro que esta gira tiene prohibida la nostalgia, y de hecho muchos de sus grandes clásicos han sonado más actualizados y con más potencia de lo habitual, apoyados en una gran banda.

En la arena valenciana, el autor de «Mediterráneo» ha jugado en casa, hablando en todo momento en catalán, con socarronería y complicidad en sus intervenciones, moviéndose por el escenario sin prisa pero sin pausa, echando mano de la guitarra en siete canciones y dejando en el ambiente un comentario que se ha repetido por doquier entre el respetable: «¡Quién llegara así a su edad…!».

Mónica Oltra entre los asistentes

Entre el público se encontraba una espectadora que ha sido muy aplaudida a su llegada, la exvicepresidenta del Consell Mónica Oltra, quien horas antes no pudo evitar llorar al traspasar su cartera a su sucesora, Aitana Mas.

Sobre un escenario austero (de grandes cortinas rojas y enorme pantalla), este compositor, poeta y cantante, trovador y juglar de Machado, Lorca, Benedetti, Neruda y Alberti, ha recuperado para esta despedida numerosas canciones en catalán de sus inicios, desde «El meu carrer» a «Temps era temps», pasando por «Seria fantàstic», «Me’n vaig a peu», «Cançó de Bressol», «Pare» y «Cançó de matinada».

Y las ha alternado con «Romance de Curro ‘el Palmo'», «Señora», «Lucía», «Algo personal», «Nanas de la cebolla» (con homenaje a Alberto Cortez por haberle regalado la adaptación musical del poema de Miguel Hernández, que ha cantado con escenografía carcelaria), «Para la libertad» (con grafitis de Banksy) y «Los recuerdos».

Rozalén, la sorpresa

Serrat, incombustible, solo descansó durante una canción, en la que dio paso a su gran amiga Rozalén y, tras cantar un tema juntos, la albaceteña tuvo su minuto de oro interpretando una canción propia en solitario.

A mitad del recital, una invitada por sorpresa: la cantautora albaceteña Rozalén, que ya grabó con él un tema en 2019 («A la orilla de la chimenea») y que esta noche se la veía emocionada por formar dueto con su maestro; ambos han ejecutado «Es caprichoso el azar» y después ella sola ha interpretado, en acústico y como siempre acompañada por su intérprete de signos, «La puerta violeta», mientras su anfitrión, sentado atrás, daba palmas en el estribillo.

Mediterráneo

Y tras «Hoy puede ser un gran día» ha llegado la primera gran catarsis colectiva de la noche con «Mediterráneo», con la plaza puesta en pie y su autor, dejándose querer.

Mil veces versionada y reconvertida, traducida al italiano, al francés o al inglés y asentada como parte fundamental del acervo popular latino del último medio siglo, con esos arreglos inmortales de Juan Carlos Calderón y acariciando los 45 millones de reproducciones en Spotify, este himno suena ahora más reivindicativo y musculoso, con un montaje audiovisual donde caben desde pateras hasta Paco de Lucía, paellas, atardeceres rojos, inmigrantes saltando vallas, gastronomía árabe y fiestas populares.

Pero ha habido más: «Aquellas pequeñas cosas» ha sido cantada casi íntegramente por el público, con Serrat ejerciendo de complacido catedrático emérito ante alumnos de varias generaciones a los que ha puesto como nota final un «¡de categoría!» que ha sabido a gloria; y «Cantares», el gran himno machadiano que el barcelonés deja para la historia pero cuyo estribillo es ahora puro «rock and roll».

Bises

Para los bises ha reservado «De vez en cuando la vida» y «Fiesta» antes de complacer a sus parroquianos con «Paraules d’amor», de nuevo con la guitarra, su sonrisa y la sensación de haber ofrecido un gran recital a pesar de sus limitaciones vocales, el dolor de sus rodillas y otros achaques que se le perdonan porque es Serrat.

Porque es ese chico de barrio humilde que cantaba sus historias y musicaba poemas, peregrino de infinitos campos, no solo machadianos, en una España de tocadiscos en el salón, de casete en el coche y de radio en el bar, que luchó contra dictaduras y superó tumores, que actuó en escenarios de medio mundo y recibió, y aún recibe, premios y homenajes como un héroe en vida de la cultura popular.

Y que, en este 2022, ha decidido despedirse del público con una gira que le llevará este domingo a Palma, entre numerosas paradas más hasta llegar a diciembre a su Barcelona natal.

Como dijo aquel 9 d’Octubre de 2017 antes de recibir la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana (en palabras de Ximo Puig, por representar «la razón cordial, el sentimiento plural»), la vida «es sal y azúcar, sol y sombras; nos quedaremos de momento con el sol, y cuando acabe la fiesta, ya nos recogeremos». La fiesta sigue, y eso que nunca persiguió la gloria.

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Los secretos de la Casa Judía de València

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casa judia valencia,
Foto: Hugo Román
Los secretos de la Casa Judía de València-Fotos: Hugo Román-OFFICIAL PRESS

Entre los años 20 y 30 del siglo pasado el art déco dominaba en todas las artes decorativas a nivel mundial.

Había nacido en París y pronto Hollywood lo popularizó como símbolo de glamour.

Y esos aires y aquella esencia de aquella Belle Époque o los llamados Años Locos quedaron inmortalizados en una de las edificaciones más asombrosas de València.

El art déco bebía de todas las culturas, reutilizando de manera libre los elementos arquitectónicos de otras épocas.

Plasmaban los asombrosos hallazgos de aquellos tiempos.

En Egipto como el  descubrimiento de la tumba de Tutankamón, así como de culturas mesopotámica, africana, azteca, maya, hindú que fueron dotándole de un exotismo y una belleza única.

Los secretos de la Casa Judía de València

Caminando por la calle Castellón, en el número 20 nos encontramos con toda una joya que aguarda la mirada de los curiosos que se detienen para admirar un amalgama de formas y colores único.

Entre Germanías y la Estación del Norte está la conocida como Casa Judía de València, que fue construida hacia 1930 por el arquitecto valenciano Juan Francisco Guardiola Martínez.

Nacido en Sueca en 1895 en el seno de una familia de clase media, se trasladó a Barcelona en 1917 para estudiar arquitectura.

Allí fue premiado en  1922  por el proyecto de la estación de metro de la Plaza de Cataluña.

Según cuentan, los diversos viajes que realizó el arquitecto por Asia pudo influir en él a la hora de diseñar el estilo del edificio levantado en el ensanche de la capital valenciana a petición de Yosef Shalóm.

Su apellido nos da la pista del sobrenombre de Casa Judía.

Casa Judía.- Años treinta.- Archivo Ana María Ferrín.

La fachada de la Casa Judía

Un detalle de sus orígenes nos recibe en el dintel de la puerta principal, en el frontón curvilíneo.

Ahí se aprecia una estrella de seis puntas rematado por dos volutas y una hoja de acanto en el arco final.

Su fachada dividida en tres cuerpos, basamental, central y superior, nos transporta sin movernos de la calle a escenarios babilónicos y egipcios por su colorido y las formas de sus columnas, capiteles, remates con forma de pagoda y ventanas ojivales.

Si levantamos la vista podemos admirar el impresionante remate del edificio de inspiración oriental, árabe e hindú.

Foto: Hugo Román

Según cuentan ​en el edificio se reunía de manera discreta la reducida comunidad judía de la época que residía en València para realizar sus celebraciones religiosas.

¿Cómo es en la actualidad?

En la actualidad en el edificio de siete alturas viven familias particulares.

Las viviendas tienen unos 100 m2 cada una, y originalmente contarían con tres habitaciones, un baño, una cocina y un comedor.

Tan solo su fachada, su zaguán y la decoración exterior e interior mantienen la esencia de aquellos años en los que el arte iba asociado a la construcción, en el que cada ladrillo tenía una misión estética.

Años en los que los edificios eran monumentos esperando ser habitados.

Muchos comentan que su fachada parece salida del decorado de la película del Mago de Oz o tal vez de la mente de Tim Burton.

La Casa Judía no es un edificio protegido

Inspiradora y evocadora permanece allí pese a la bomba que cayó cerca durante la guerra y a pesar de que en alguna ocasión haya sufrido modificaciones debido a que, incomprensiblemente, no está protegida.

De hecho los remates del edificio de estilo hindú que lo coronaban fueron retirados en el pasado y su plantas baja han alterado su estilo original.

Guardiola falleció en Alzira en 1962.

Su trayectoria como arquitecto fue amplia con proyectos de viviendas residenciales, fábricas, almacenes, iglesias, teatros y cines, una estación y un banco.

Entre las más destacadas están el Ateneu del Socors en Sueca (1927) y la Casa Xina o Casa Ferran Guardiola en Barcelona (1929) que muestran su talento y originalidad.

Pero sin duda, la Casa Judía es su gran obra maestra.

Una obra que contempla el pasar de los años desde su espectacular fachada, una fachada que nos hace viajar a lugares remotos sin salir de la ciudad.

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